Soy Frank Bascombe… ¿y usted?

(Texto y fotos de Jesús Gella Yago)

La cotidianeidad de un individuo pensante, inmerso en las contradicciones que distinguen a un país espacialmente inabarcable como Estados Unidos. Edward Hopper pintó su soledad resignada, Bruce Springsteen le ha puesto música y, de vez en cuando, los hermanos Coen son capaces de filmarla.

Richard Ford le ha dado la voz y el nombre de Frank Bascombe en una trilogía (que ya dejó de serlo) compuesta por El periodista deportivo (The sportswriter, 1986), El día de la Independencia (Independence Day, 1995), Acción de Gracias (The lay of the land, 2006) y el cuádruple epílogo Francamente Frank (Let me be Frank with you, 2014).

Escritor empeñado en no serlo, ex periodista, agente inmobiliario, ex marido y marido, padre y conciencia inteligente que, para evitar hacer ruido, no alza su voz por encima de la planicie del papel donde otro ha novelado sus temores y sus especulaciones. Frank Bascombe es un norteamericano medio, en toda su raquítica amplitud.

Aunque si extirpáramos al personaje de su territorio para instalarlo tras la puerta vecina, en la oficina de abajo o en la barra del bar de la esquina, sería fácil descubrir que su discurso se acopla también al reducido lugar que cada uno ocupamos. Al girar sobre el minúsculo punto que es nuestro eje, las reflexiones que podamos generar se antojarán conocidas. Ya leídas. Porque Frank Bascombe ha dejado antes que nosotros de asombrarse al observar el paisaje e intuir lo limitado de la perspectiva y sus posibilidades. Nos ha adelantado al librarse del lastre de las ambiciones. Prescinde de la falsa ilusión de que su vida pueda cambiar radicalmente a mejor. Nunca ganará un millón de dólares ni viajará en avión privado. Pero teme que lo que material y emocionalmente le pertenece (y que le es suficiente), pueda malograrse.

Lejos de los outsiders que recorren las interminables carreteras norteamericanas de la literatura y el cine, Bascombe es un personaje razonablemente feliz. Porque es consciente de sus limitaciones y tiene objetivos tan ortodoxos y comunes como su (quizá) desesperado conformismo. No esconde cadáveres en el armario. Su existencia podría parecernos ordinaria porque no se ve obligado a afrontar dilemas más trascendentales que elegir un restaurante, trazar una ruta que optimice el coste de los peajes, valorar la idoneidad de iniciar una relación personal, seleccionar la marca de cereales del desayuno o analizar la inversión que contribuirá a asegurar la holgura de su vejez. Todo son decisiones vitales e ineludibles, pero sus efectos no se despliegan demasiado lejos.

En una crónica íntima que comprende varias décadas, parecida a un dietario desordenado por la verbosidad de su monólogo interior y donde a veces cuesta reconocer una línea argumental maestra, Bascombe disecciona escrupulosamente los mitos y la iconografía del american way of life. Las anécdotas son abundantes y sus reflexiones ingeniosas, a veces incisivas y escépticas y otras dóciles y pacientes. Parece buscar la redención de su mansedumbre con una extensa confidencia mientras trata de comprender los misterios de las relaciones familiares y sentimentales, comparte la incertidumbre de la política, la economía, el trabajo y la violencia social, se pierde y se encuentra en la tramoya inagotable, sufre la enfermedad…

Si Bartleby prefirió no afrontarla, Bascombe padece y tolera la vida.

Richard Ford sostiene que el personaje no es un heterónimo ni un alter ego. Pero ha tenido la lucidez y la intuición de elaborar un retrato tan complejo en su aparente simplicidad que cualquiera podría reconocerse en la gestualidad de Bascombe, contrariada ante los inanes rituales que jalonan una existencia «normal».

En un mundo donde cada día nacen campañas adornadas por lazos de colores y se proclama que todos somos algo para sentirnos posicionados y cómodamente beligerantes, es embarazoso reconocer que quizá yo también soy Frank Bascombe… ¿Y usted?

EL PERIODISTA DEPORTIVO (1986)

Frank Bascombe en El periodista desportivo (Richard Ford. The sportswriter, 1986)

Primera edición (de octubre de 2016) de El periodista deportivo en la colección Anagrama Edición Limitada, conmemorativa del 30 aniversario de la novela. Presentada en tapa dura con sobrecubierta de papel con ilustración de Guille Gómez y en la traducción de Isabel Núñez y José Aguirre de 1990. 396 páginas.

EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA (1995)

Frank Bascombe en El día de la independencia (Richard Ford. Independence Day, 1995)

Tercera edición de noviembre de 1996 (primera de octubre) de El día de la independencia en la colección Anagrama Panorama de Narrativas. Presentada en rústica con solapas con ilustración de Ángel Jové y en la traducción de Mariano Antolín Rato. 564 páginas.

ACCIÓN DE GRACIAS (2006)

Frank Bascombe en Acción de Gracias (Richard Ford. The lay of the land, 2006)

Primera edición de abril de 2008 de Acción de Gracias en la colección Anagrama Panorama de NarrativasPresentada en rústica con solapas con fotografía de Joel Meyerowitz («Bay/Sky», Provincetown 1977) y en la traducción de Benito Gómez Ibáñez. 732 páginas.

FRANCAMENTE, FRANK (2014)

Frank Bascombe en Francamente, Frank (Richard Ford. Let me be Frank with you, 2014)

Primera edición de noviembre de 2015 de Francamente, Frank en la colección Anagrama Panorama de Narrativas. Presentada en rústica con solapas con fotografía de Rob Lybeck y en la traducción de Benito Gómez Ibáñez. 228 páginas.

Incluye las historias Aquí estoy yo (I’m here), Podría ser peor (Everything could be worse), La nueva normalidad (The new normal) y Muertes de otros (Death of others).

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