Nat Simons… las luces se desvanecen

Cuando una luz se extingue deja en nuestra retina un destello que perdura y nos hace parpadear algo confusos por perder lo que, sin darnos cuenta de manera consciente, tanto bien nos hacía. El mismo efecto nos provocó Nat Simons al terminar el concierto del viernes 7 de febrero en la Sala BUT de Madrid, con el que puso fin a la gira de su segundo álbum Lights. Si la propuesta musical de Simons ya es sugerente en sí misma — construída en torno al imaginario épico de una Norteamérica profunda y mitológica surcada de bosques, llanuras y secondary roads, y sostenida por una voz adiestrada y tan delicada como enérgica si el mensaje lo requiere— , el componente emocional de despedida prometía una noche de las que se perpetúan en la memoria de quienes tienen la suerte de vivirla.

Pasadas las 21:30 el escenario se oscureció para permitir que los músicos tomaran posiciones. Cuando los focos cayeron sobre Nat Simons y su Rickenbacker, los destellos del espectacular pantalón de lentejuelas plateadas que lucía para tan especial ocasión nos anticiparon que iba a mostrarse más radiante y luminosa que nunca.

Nat Simons… las luces se desvanecen. Final de la gira Lights Tour en Madrid

El concierto arrancó con una breve intro instrumental para dar paso a You just can’t imagine, perteneciente al magnífico álbum Lights que ha presentado durante todo 2018 y, en los últimos meses del año, como primera parte de la gira 40 años de Rock and Roll Actitud de Loquillo. Precisamente a lo largo de esas presentaciones junto al Loco, quizá debido al público más ortodoxo y canónicamente rockero al que se enfrentaba, hemos podido comprobar como su sonido se ha energizado (sin perder un ápice de sensibilidad ni de su poder evocador) en temas como Treat me cruel, la segunda del repertorio. Un estribillo ideal para meterse al público en el bolsillo. Llegó a continuación Trouble man (al igual que la anterior de su EP homónimo de 2015) y ese crimen pasional que, cantado en nuestro idioma, quizá resultaría controvertido. Pronto iba a quedar claro que Nat no tenía intención de concentrar el setlist en torno a su último disco Lights, al abordar una preciosa Another coffee and cigarette day (de su álbum Home on high de 2013) en la que su voz demostró lo emocionante que puede resultar cuando asume el protagonismo.

Como no podía ser de otra forma, Nat aprovechó para recordar que el gran Gary Louris (¡nada menos!) de The Jayhawks asumió las labores de producción del disco Lights, grabado en el inmenso y mágico territorio de Carolina del Norte. Introducción perfecta para encadenar cinco de sus canciones más evocadoras… La optimista Happiness con su catártico desarrollo, quizá una de las más próximas al sonido Jayhawks, y la búsqueda espiritual e introspectiva de Into the woods prepararon el camino para uno de los momentos más notables de la noche. Con toda la banda alineada al filo del escenario Nat Simons trenzó su voz con la de sus músicos en un embelesador juego vocal para Indian trees, acompañado por una mandolina adicional y un ritmo primitivo marcado con parche y corona de timbal. Una propuesta cautivadora y diferente.

Nat Simons… las luces se desvanecen. Indian trees y Golden feather

Los aires tribales continuaron con Golden feather, casi una invocación al Gran Espíritu a través del recuerdo de la victoria del jefe sioux Sitting Bull en la legendaria batalla de Little Big Horn. Lástima que la sentida introducción por parte de Nat, aludiendo a un sueño propio y cuasi premonitorio, fuera interrumpida por varios espontáneos que hallaron cierta similitud entre el ritmo inicial y We will rock you y que no dudaron en aprovechar sus cinco segundos de chafardero e inoportuno protagonismo. Nat demostró sus tablas animando cómplice la broma, y pronto nos sumergió de nuevo a golpe de timbal (otra precisa intervención de Elena Poza en la percusión) en el hipnótico misticismo de Golden feather. El ecuador del show llegó con la nostalgia crepuscular de Endless summer road y los irrecuperables veranos que van quedando atrás, reforzada con el metálico y sugerente punteo de un banjo.

Nat Simons… las luces se desvanecen. Endless summer road…

Momento para la crítica social y de recordar en palabras de Bob Dylan la imposibilidad de cambiar el mundo con una canción (aunque es maravilloso que haya quien lo intente desde un escenario), antes de abordar la enérgica People. A continuación, la sensualidad de Desire nos introdujo en una exquisita ensoñación que habría de desembocar en un bello ritual: Nat Simons sirvió un vaso de Four Roses que compartió con toda su banda. Para calentar la voz, justificó, aunque la imagen fuera la de una comunión con bourbon entre una band of brothers. Por primera vez en la noche Nat se desprendió de su guitarra para cantar a dos voces con su hermana Elena la bellísima Crazy for you, que define a la perfección los amplios territorios musicales que transita esta artista al reunir en una sola canción referencias a Jace Everett, Tom Petty o David Bowie (¿o quizá a DJ Alesso?)… De una forma u otra, ¡cómo nos gustaría que ese final con la línea we could be heroes again se alargara un poco más…!

Nat Simons… las luces se desvanecen. Elena Poza… vocalista, percusión, hermana.

Si de homenajes musicales se trata, el mejor llegaría precisamente con la brillante y respetuosa versión de Learning to fly del verdadero american treasure, Tom Petty. También con cierto aire de homenaje, esta vez al sonido y maneras de Bob Dylan (y con icónica armónica al cuello), nos hizo bailar Nat Simons con Ain’t no blues del álbum Home on high, donde demostró su complicidad escénica con el guitarrista Dani Álvarez y el bajista Chema Moreno.

Nat Simons… las luces se desvanecen. Dani Álvarez y Nat Simons.
Nat Simons… las luces se desvanecen. Chema Moreno.

Agradeciendo el haber compartido gira de aniversario con él por grandes recintos en los últimos meses de 2018, anunció Nat Simons uno de los momentos más esperados de la noche. Visiblemente emocionada por contar con su presencia sobre el escenario, Nat devolvía a Loquillo el favor brindándole la oportunidad de recuperar las sensaciones de un recinto íntimo como la sala BUT de Madrid, donde la cercanía entre público y artista genera una electricidad única. El Loco llegó acompañado del guitarrista y productor Josu García, imprescindible paladín en directo y en estudio, para recuperar el dúo que interpretaban en las citas que conformaron la gira Loquillo, 40 años de Rock and Roll Actitud: una vez más y siempre, por Johnny Hallyday, Cruzando el paraíso. De nuevo un instante de eternidad.

Nat Simons… las luces se desvanecen. Josu García (detrás), Nat Simons & Loquillo.

La terna de bises se inició con la participación de un nuevo invitado. En esta ocasión Ricky Falkner, voz y bajo de Egon Soda y últimamente asociado a Iván Ferreiro y Love of LesbianÉl ha producido el reciente single de Nat Simons Segunda piel, versión en español de la canción The way it is del álbum Lights. Juntos la interpretaron en lo que parece anticipar los derroteros que seguirá la nueva aventura que Nat inicie con su próximo disco.

Nat Simons… las luces se desvanecen. Ricky Falkner, Segunda piel
Nat Simons… las luces se desvanecen. Final de la gira Lights Tour en Madrid

Para un final por todo lo alto quedaron reservadas Home on high, alargada con un convincente e impactante delirio de distorsión que nos dejó con la boca abierta, y la siempre intensa No one compares (que también cierra el álbum Lights) y en la que Nat dio rienda suelta a su instinto escénico sin dudar en dejarse caer al suelo y terminar la canción atacando su guitarra de rodillas.

Nat Simons… las luces se desvanecen. No one compares

Después de saludar frontwoman y banda enlazados por la cintura y de recibir el caluroso reconocimiento del público en forma de aplausos y silbidos convocadores, salieron triunfantes del escenario mientras una recording de I want you de Bob Dylan (desde su obra maestra Blonde on blonde) nos convencía de que ya no iban a volver. Después, con la sala vaciándose poco a poco con la remolona satisfacción de haber visto un gran concierto, sería ya tiempo de saludos y reencuentros… y de la maravillosa simpatía y dedicación de Nat para firmar y fotografiarse junto a quien lo solicitara sin barreras de por medio ni dejar a nadie con las ganas. Así nos enteramos de que en el setlist estaba prevista la hermosa Lullaby (del álbum Home on high) y que finalmente quedó fuera del show, lo que nos privó de un momento de íntima cercanía con Nat sola en el el escenario con su guitarra y armónica.

Sin duda este final del Lights Tour en Madrid marcará un punto de inflexión en la carrera de Nat Simons. Estaremos atentos para transitar a su lado las nuevas rutas que explore con su futuro disco para el que, según ha insinuado en recientes entrevistas, posiblemente el inglés deje de ser el vehículo principal. Detrás va quedando un trayecto sembrado de hitos en forma de música (Home on high, Trouble man y Lights), reconocimientos (entre ellos una nominación a los Goya por el tema Sometimes para el western Stop over the hell de Víctor Matellano) y exitosas actuaciones en festivales como el Sonorama Ribera… No es poco camino para esta madrileña nacida en el 85 que ya ha grabado en Estados Unidos y que ha sido requerida por uno de los artistas con mayor trayectoria del rock español para abrir su multitudinaria gira de aniversario, y que de sobra se ha consolidado como una de las más notables representantes del sonido americana de nuestro país.

De momento, pues, las luces se han desvanecido… pero cuando Nat Simons regrese para mostrarnos lo que hay bajo su segunda piel, el destello imperecedero seguirá ahíDispuesto a sumarse a su nueva propuesta, quizá aún más radiante y luminosa de lo que hemos conocido hasta ahora. Confiamos que la espera para volver a calzarnos la botas y devorar kilómetros no sea muy larga. Por si acaso, las mantendremos bruñidas y dispuestas para echar a andar, quizá correr, en cuanto Nat nos lo pida…

…are you ready, boots?


PS: Grande Nat. Gracias por el cariño de tus palabras, merecías esta celebración.

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