La miro dormida y la imagino destrenzar ausencias y devoción como Penélope en Ítaca.
También transformar las noches en días como Scheherazade. Buscar felicidad analgésica en el escaparate de una joyería de la Quinta Avenida como Holly Goligthly. Dotar de color y geometría al exceso y la divinidad como Tamara de Lempicka. LLevarse un cigarro bien taqueado a los labios y sostener la mirada como la Teresita Mendoza de Pérez-Reverte.
Perderse como una princesa plebeya y sabinera. Desbaratar el ímpetu del corsario a punta de lanza como María Pita. Mirar igual que mira Ilsa Lund cuando La Marsellesa se impone en el Café Americano de Rick. Descubrir que no hay una forma única de ver y contar como Agnès Varda. Empuñar un arma arropada por cualquier himno o bandera, o arrojarla al mar con el horizonte como patria. Atravesar una constelación de flashes como Norma Desmond en Sunset Boulevard. Conocerse más allá de convenciones como Lili Elbe. Hacer tambalearse una corona y el orgullo de un detective como Irene Adler. Rimar como una niña de ochenta años para adultos de ocho como Gloria Fuertes. Ver belleza donde la barbarie solo ve dinero como Diane Fossey. Reír como Greta Garbo. Sollozar como Édith Piaf. Sentarse a la mesa redonda entre caballeros como Carmen Conde. Afrontar el patíbulo con amor, amor, amor y eternas soledades como Mariana Pineda. Sentir el desamparo de la multitud devoradora como Janis Joplin. Resumir la vida en un susurro como Sofia Coppola. Alzar la voz como Clara Campoamor. Ordenar la naturaleza como Rosalind Franklin. Llorar como Katy Jurado mientras se abren de par en par las puertas del cielo. Arder en una supernova como Edie Sedgwick. Desvanecerse entre aires de jazz y bulevares parisinos como la Maga. Huir con las doce campanadas o rechazar a quien trate de salvarla de sus dragones. Vivir, sobrevivir y vivir para cantarlo cada día como tu Luz, mi Luz, nuestra Luz. Tocar el piano como Joan Crawford cuando las pistolas irrumpen en el saloon de Vienna. Volver al paraíso de la infancia como Ana María Matute. Adelantarse a su tiempo y al nuestro como Hedy Lamarr. Hacer el amor con un violonchelo como Jacqueline du Pré. Abrir los ojos a la barbarie y desentumecer conciencias como Hannah Arendt. Pedir respeto como Aretha Franklin. Tragar el veneno de la incomprensión como una chiquilla de cualquier lugar, pongamos que Verona. Armar al más humano y trágico de los monstruos como Mary Shelley. Extinguirse con cada nota como Billie Holiday. Buscar un lugar para todas las demás como Virginia Woolf. Encontrar la palabra exacta como María Moliner. Desaparecer detrás de las nubes como Amelia Earhart. Mantenerse siempre a flote como Teresa Perales. Mirar el mundo de lejos para rozar las estrellas como Valentina Tereshkova. Enseñar a silbar a un marinero en La Martinica como Lauren Bacall. Ignorar la gravedad con alas transparentes como Isadora Duncan. Entender el pecado que supone acallar a un ruiseñor como Harper Lee. Correr tras un conejo blanco como Alicia…
Tengo entre las mías su mano. Frágil y salpicada de motas que cabalgan nudos de venas azules. Cautivo de una falange inflamada, allí donde lo puso mi padre, un anillo gastado. Pienso que quizá ella no haya hecho ninguna de esas cosas. Y aún así es la mujer más importante del mundo. O puede que las hiciera todas, a su manera y en silencio. O, tal vez, silenciada.
Al volver a casa buscaré sobre el brazo del sofá la mano de otra mujer. También es la mujer más importante del mundo. Mis dedos persiguieron sus dedos sobre manteles y arena de playa hasta alcanzarlos bajo una almohada. En ninguno lleva anillo, ni falta que nos hace para saber todo lo que necesitamos.
Apoyaremos las palmas unidas en su vientre. Los trescientos huesos flexibles que antes fueron cartílago y que ya fraguan al paso de la vida, serán pronto la niña más importante del mundo. Un mundo diferente del mío, del nuestro, y que terminará de endurecer esa mágica mezcla aún tierna de calor y azar.
Cuando se convierta en la mujer más importante del mundo para alguien que no sea yo, solo espero haber estado a la altura.