El hastagh y el mar

El lamento y la muerte llegaron antes que la pleamar.

La maniobra del remolcador para volver al puerto confirmó el fracaso a la multitud que observaba desde el paseo. El cuerpo inerte se hundía en la arena y los improvisados rescatistas ya habían dejado de rociar con cubos de agua el lomo lustroso de la ballena. La mezcla de rabia y desolación los dispersó. Algunos buscaron consuelo y respuestas en el horizonte. Otros se tendieron sobre las huellas que había dejado una excavadora y cerraron los ojos renegando del cielo.

El majestuoso cadáver atrajo a los curiosos. Al principio se acercaron con cautela, hasta que estuvieron seguros de que era el oleaje lo que movía el cuerpo. Entonces desenfundaron sus teléfonos. Un hombre con bermudas y sombrero de paja fue el primero en posar con una mano apoyada en el costado de la ballena. Una muchacha se colocó entre el nacimiento de la aleta y un ojo apagado que contenía todos los silencios del mar. Alargó un brazo, formó un corazón con los labios y disparó. Después de aplicar los filtros más favorecedores, añadió un texto —muy triste por la muerte de esta ballena en la playa— y subió la foto a sus redes.

En cuestión de minutos se hizo viral con el hastagh #amorporlosanimales.

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