Igor Paskual: crónica de un polvo sin igual

Rock & Blues (Zaragoza). 7 de febrero de 2020.

Quien no haya visto a Igor Paskual defendiendo su propio repertorio debería aprovechar alguna de las fechas pendientes de la gira de presentación de su disco «La Pasión según Igor Paskual» (Warner, 2019). Porque si te cautiva su presencia y actitud como habitual adlátere de Loquillo, debes saber que al perderte un show (acústico o eléctrico) de Igor Paskual te estarás perdiendo también uno de los mejores polvos de tu vida.

La noche del viernes en el Rock and Blues de Zaragoza fue una celebración acústica: Igor y Ángel Miguel (Real Straits) mano a mano, apoyándose mutuamente con voz, guitarra, tripas y corazón. Siempre asombra comprobar como las canciones funcionan y cobran otra vida sin necesidad de una banda completa. Un sonido básico y primario, desnudo y natural, tan hermoso y apetecible como un cuerpo dispuesto para el sacrificio. El cordero Paskual venía decidido a ofrecer el suyo, pero también a alimentarse del nuestro con voracidad. Los fieles acudíamos a recibir la comunión con la debida disposición de cuerpo y alma. Nosotros abajo y él siempre bien arriba para darnos su blanca bendición. La proximidad que facilita un aforo reducido propició el fervor de la liturgia como solo Igor Paskual sabe encenderlo: con la sinceridad más teatral, con la impostura más honesta.

La Pasión (acústica) según Igor Paskual. Igor y Ángel Miguel

El ritual del amor y sus circunstancias, como en la vida misma, tuvo lugar entre la celebración de la existencia (con Cansado de la vida, que abrió el concierto) y la lúcida conciencia de la muerte (con Inmortal, elegida para cerrar el círculo simbólico del setlist principal). Lo mejor, si sabes encontrarlo, está justo en medio, en la precisa y salada bisectriz. Pero para eso hay que querer buscar y saber dónde. Igor habrá de guiarnos. Palabra de Igor.

El escenario del Rock and Blues sirvió de altar y tálamo para un Igor Paskual que ofició de clérigo seductor y amante lujurioso. Y ambos dominaron el arte de mentir con la más absoluta franqueza. Nada más aceptar la invitación de sumarnos a la fiesta que convoca la última línea de Cansado de la vida, llegó el momento de despojarse de las vestiduras superfluas para arrepentirnos de las decisiones racionales que empañan la épica de un gran final con Pasos de baile y confesar nuestras debilidades y preferencias con Chica de gama de alta. La comunión se iba perfeccionando. Ministro y acólitos, desnudos ante el espejo, ya solo deseaban dar forma a aquella bestia de varias espaldas (como la llamó Shakespeare) para la que (al menos) se necesitan dos voluntades y un pretexto: Tú y yo (…y el amor).

Los preliminares se iniciaron con otra de las pasiones de Igor, el fútbol como metáfora y clave de los azares bonaerenses. Napalm fue el primer mordisco que arrastró sabor a sangre con forma de himno desbocado (¡…ponete el forro, por favor!). La estrategia del Boca y el frenesí de las barras bravas avivaron el fuego del juego previo para lograr que ninguna de las partes quedara defraudada. Un empate es a veces el mejor de los resultados. Por si acaso, conviene dosificar la intensidad. Perfecta para ello fue Cristo de los mineros y un estribillo cuya melodía puede antojarse algo naíf al oído despistado, pero que esconde la rabia y decepción de un colectivo que Igor, por su querencia asturiana, debe conocer bien.

Luego todo se redujo a sudor y vida (vida sin pensar…, vida sin adulterar). Alborada no fue amor, no fue puro amor. Alborada fue sexo. Puro sexo. Sin apartarse del micro ni soltar el mástil de su guitarra Igor podía follarnos a todas, podía follaros a todos. Con la mirada, con rugidos de gato, con susurros de pantera. Y por si en la vorágine del exceso había quien temiera no quedar del todo complacida, llegó ese canto liberador que es Nuestra Señora de la Consolación (Hazlo tú). Dos minutos explosivos de placer digital que ningún artefacto succionador podría igualar.

El orgasmo nos sorprendió cubiertos de espuma y sal. Nos rendimos al vaivén de las olas del mar y del deseo de un Nuevo bautismo, atrapados por la resaca que nos descubrió lo que hay al otro lado del horizonte. La calma después de la tempestad. El abandono negligente sobre la sábana empapada. (Aunque hay amantes torpes y egoístas que en un momento tan delicado se empeñan en hablar, murmurar y hacerse notar con una falta de respeto que empaña la belleza de esos minutos de victoria e introspección. Los hay que solo piensan en sí mismos. Es lo que tiene a veces el público de bar.)

Después del clímax llegó el remordimiento por las circunstancias: por el lugar inapropiado, por la compañía equivocada o por el acierto que no habrá de repetirse, por la hipotética traición. Esa tristeza apática que sigue al placer culpable. Había que hacer balance de nuestros errores y defectos, era tiempo de reconocer por qué Bebemos y por qué nos caemos, y cómo nos gustaría soñar con no hacerlo. Un luminoso solo de mandolina de Ángel Miguel adornó la canción e hizo que Igor se postrara ante él y besara su mano. Hay tantos tipos de amor como formas de manifestarlo. También era tiempo de reflexionar sobre si lo que de verdad queremos es Volver a ese lugar que nos sana, a ese quién que nos espera, a ese momento al que llamamos hogar, al que de verdad queremos sentir que pertenecemos. Para superar el bache debíamos contar Con la suerte de nuestro lado y el estribillo nos levantó el ánimo haciéndonos olvidar la confundida desdicha. El cuerpo ya se iba recuperando para otro asalto. Todavía éramos jóvenes, hermosos e infatigables. Pero si un primer polvo es accidental, el segundo exige confianza…

La Pasión (acústica) según Igor Paskual. Ángel Miguel y la luminosidad de una mandolina

Por eso había que sincerarse. Al fin y al cabo bajo los focos reinaba un actor irresistible que se declaraba El peor novio del mundo, confesando lo inconfesable de alguien a quien intuimos un buen padre, sabemos que es un trabajador aplicado y con presumible destreza venérea. La jalea real no es para todos los paladares, pero era noche para dejarla fluir por nuestras gargantas. Igor saltó del escenario para mezclarse con el público y buscar a otro músico de otra tierra, de la nuestra también, y de todo el mundo, Laurent Castagnet. Compañero, amigo, hermano. Antes lo hemos dicho: el amor es inagotable en su tipología y manifestaciones. Los rugidos y jadeos lascivos del mejor amante del mundo y su catártica energía nos sometieron de rodillas ante un Casanova que no hacía distinciones y que solo se preocupaba de sumar victorias. Pura lascivia, puro Igor Paskual. Nosotros solo éramos una conquista más, sabedores de que en cualquier momento nos habría de decir adiós. Pero semejante polvo y su repetición triunfante habrían merecido la pena.

La Pasión (acústica) según Igor Paskual. El peor novio del mundo…

No importaba si volvíamos a sentirnos como el corso en Waterloo. Emocionante letra que habla de desencanto y derrota, compuesta hace más de una década para Loquillo y publicada como rareza. En la voz de alguien de la edad de Igor Paskual (aunque lleve media vida en el escenario), demuestra tanta lucidez como la que se adivinaba en aquel jovencísimo Sabino Méndez que escribió Rock and Roll Star.

Ese momento de reflexión sirvió para mirar alrededor y decidir si la persona que teníamos más cerca era nuestro asidero, nuestra Tierra firme en el caos. Tiempo de cuestionarse la idoneidad de los refugios en eventuales naufragios. La necesidad de un abrazo, del hueco acogedor de una clavícula, del amparo de un vientre tibio, de una caricia tierna por fin. La oportunidad de dejar la vergüenza al otro lado de un muro, de besarnos mientras las balas silbaban sobre nuestras cabezas. De sentirnos héroes. De sabernos héroes. Just for one day. Por Bowie, una vez más. Y siempre. (Curioso que en la primera fila un entregado apóstol luciera un parche sobre el ojo izquierdo al más puro estilo Halloween Jack. Bowie todavía nos cuida. Siempre lo hará.)

El último brindis del año se convirtió en la única concesión del repertorio al pasado de Igor Paskual con Babylon Chàt y reafirmó nuestra sospecha de que seríamos una muesca más para el Dorian Gray de leopardo, serpiente y cuero que dormía en camas ajenas para olvidarse de nosotros. Al menos nos quedará el consuelo de que alguna huella le habremos dejado en su pálida piel si el Rey Babylon debe esforzarse por olvidarnos. Quizá sangre en los labios o arañazos en la espalda. No lo hicimos mal, supimos estar a la altura.

La Pasión (acústica) según Igor Paskual

Para aproximar el final, uno de los temas más personales del disco, en torno al que el quinto evangelista afirma haber articulado toda «La Pasión según Igor Paskual«: Inmortal es una carta dirigida a la Parca y que la mira cara a cara para desafiarla, reprochándole su mal criterio y que sea cruel con la carne más joven. Una invocación a Valle-Inclán (…áspera copla remota...), un grito de rabia en memoria de la bajista Jessica M. de la Paz. Después de dejar claro el anhelo de trascender las dimensiones del teatro que dibujó Jaime Gil de Biedma, no quedaba sino pensar en el resto de la vida. Y la mejor forma de afrontarla como merece es, probablemente, con otro polvo. ¿Por qué no?

Aún iba a darnos Igor ese último gusto. Así es como se comporta un amante generoso dispuesto a darlo todo. Música para traicionar (para decir adiós y disparar al corazón…) se enlazó, para redondear, con el tema que había iniciado la ceremonia. Apenas un último roce, un contacto leve de esos que dejan un hormigueo y más incógnitas que certidumbres sobre el futuro. A modo de coda, un recordatorio de que quien esté Cansado de la vida no la merece y de que quien no busque la belleza ha de irse al infierno.

Solo cuando los cuerpos abandonan el lecho dejando como recuerdo la frágil impronta de una silueta húmeda es cuando la realidad acaba con el hechizo. Solo queda fantasear con la próxima vez… Quizá en ella quepa ese tratado de zoología antropomorfa y punk que es Ratas, la provocación de Dios es colombiano y Maquiavelo iba en serio, o la (pen)última osadía de Igor Paskual: los nueve minutos de la complejísima El gavilán de Violeta Parra que cierran su último disco.

La fantasía y las ganas de más nos obligaron a aceptar que había que marcharse. Bien con la persona que a nuestro lado habíamos elegido como nuestra roca, o bien deseando que Igor Paskual vuelva por nuestra ciudad y que sea pronto. Que no nos dé tiempo a necesitarlo demasiado.

Pero antes de volver a explorarnos piel y corazones… ¿A alguien le apetece un cigarro?

Setlist completo: sala Rock & Blues (Zaragoza). 7 de febrero, 2020

Cansado de la vida (de «La pasión…») / Pasos de baile (de «Tierra firme») / Chica de gama alta (de «Equilibrio inestable») / Tú y yo (de «Tierra firme») / Napalm (de «Tierra firme») / Cristo de los mineros (de «La pasión…) / Alborada (de «Tierra firme») / Nuestra Señora de la Consolación (de «La Pasión…») / Nuevo bautismo (de «La pasión…» ) / Bebemos ( de «Equilibrio inestable») / Volver ( de «Equilibrio inestable») / Con la suerte de nuestro lado (de «La Pasión…») / El peor novio del mundo (de «Equilibrio inestable») / Casanova (de «Tierra firme») / Waterloo (de «La Pasión…») / Tierra firme (de «Tierra firme») / Heroes (David Bowie cover) / El último brindis del año (de «Bailando con Brando», Babylon Chàt) / Inmortal (de «La Pasión…») / Música para traicionar (de «Tierra firme») / Reprise: Cansado de la vida (de «La pasión…»)

Próximos conciertos de «La Pasión según Igor Paskual»…

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