Los Secretos. Sala Mozart, Zaragoza. 12 de febrero de 2022, 21:00h
En nuestros paraísos íntimos son tan importantes las presencias como las ausencias. La noche del pasado sábado, mientras Los Secretos actuaban en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, Joaquín Sabina reaparecía en la gala de los Premios Goya y Enrique Urquijo nos seguía faltando. Ese mismo día Sabina cumplía 73 años y hoy, cuando escribo esta crónica, Enrique Urquijo hubiera cumplido 62. Una ausencia corregida, otra tan obstinada, y ambas particularmente necesarias en nuestro paraíso. Por eso, ya desde el tema que abrió el concierto de Los Secretos en Zaragoza (dentro de una gira apropiadamente bautizada como Recuperando las emociones) una y otra se dieron la mano para guiar al público hasta la puerta de atrás de ese lugar donde nos gustaría quedarnos para siempre.

El show empezó fuerte con Ojos de gata y ese evocador «pueblo con mar» que inspiró a Enrique para plasmar con lucidez la cara y la cruz del espectáculo, mientras a Joaquín le dieron las diez (y más) en una agridulce humorada. Primera canción y primera ovación espontánea del público, que sirvió también para recibir ese clásico de 1989 que es La calle del olvido. Paseando por ella vimos que, contra los cinco lienzos verticales que magnificaban el efecto de los focos en una sobria pero apropiada escenografía, se iban a proyectar imágenes para completar el mensaje de algunos temas. Normalmente en los conciertos se reserva un momento concreto para presentar a los componentes de la banda. Sin embargo, Álvaro Urquijo optó por introducir a los músicos a lo largo del espectáculo. El primero fue Ezequiel que, con su buen hacer, resolvió la papeleta de sustituir en la batería a Santi Fernández, afectado por la COVID (y en el buen camino de la recuperación). Presencias y ausencias.
Evocando la influencia de las canciones que cantaba el abuelo paterno (¡esos aires de ranchera!), Álvaro introdujo la versión de Échame a mi la culpa de Albert Hammond que incluyeron en su LP Algo prestado (en el que incluso homenajearon la mítica portada del Born to run de Bruce Springsteen). La gira de presentación del último disco de estudio de Los Secretos, Mi paraíso (2019), se vio interrumpida por el confinamiento y echó a rodar de nuevo el pasado verano. Suenan ya tan lejanas esas fechas que Álvaro llegó a pedir permiso para interpretar uno o dos temas de ese último disco que parece haber quedado atrás en un setlist que, presumió, iba a rondar la treintena de canciones. Sonó entonces Mi paraíso, seguida de Buscando y la optimista Nuevo color, que todavía transpira una deliciosa candidez ochentera. Con Colgado Álvaro se lució ejecutando un solo de guitarra eléctrica para, a continuación, presentar y pedir un aplauso para su «hermano mayor», el histórico, imprescindible y querido guitarrista Ramón Arroyo.

De acuerdo con Álvaro Urquijo, el estilo y tempo de la siguiente canción del repertorio no fue entendido en una discográfica que no les auguró ningún futuro. Ahora, aquellos visionarios ya no están en el negocio y Los Secretos celebran su cuarta década en la carretera. Sonó así la fronteriza No me imagino, con aires de rockabilly acentuados por las escobillas que acariciaban los tambores de la batería y una interminable cinta de asfalto proyectada al fondo del escenario. Una atmosférica introducción a cargo del teclista Jesús Redondo anunció una juguetona versión de Buena chica, muy bien recibida y acompañada por palmas por el público. Un nuevo solo de Álvaro y el latido del bajo de Juanjo Ramos hicieron brillar otro clásico, Y no amanece. Con Lejos, el segundo y último tema del nuevo disco que íbamos a escuchar en tan extenso repertorio, pudimos llegar a entender el lado más duro de la vida de un artista itinerante y los sacrificios que conlleva. El recuerdo de Enrique Urquijo se impuso con Hoy la vi, uno de los últimos temas que llegó a componer y que se incluyó en el disco homenaje A tu lado (2000). Un fallo técnico obligó a reiniciar la canción, pero las emociones estaban a flor de piel y nada podía empañar el momento. El siguiente aplauso fue para el infatigable bajista Juanjo Ramos, excelente músico e irresistible animador.
Álvaro Urquijo presentó como una de sus favoritas la siguiente canción, No digas que no, en la que destacó el brillante juego de voces que aportaron Jesús Redondo y Juanjo Ramos. Trenes perdidos dio paso a Hoy no, en la que Álvaro confesó haber grabado su voz «por accidente», y a la presentación y aplauso para el guitarrista rítmico Txetxu Altube (el que fuera líder de los ya desaparecidos Los Madison) que se ha incorporado a la banda en esta gira.

La infalible Quiero perder hasta beber el control nos condujo hasta Ponte a la fila, no sin antes disfrutar de un momento divertido en el que, después de que Álvaro aludiera a la colección de más de doscientos instrumentos de cuerda de Ramón Arroyo, el impertérrito guitarrista abordara sobre la peculiar escala de una guitarra barítona la sintonía de la serie Bonanza (que Juanjo Ramos no pudo reproducir con su bajo). A tu lado fue especialmente dedicada al público para agradecer el resurgir de una canción que, incluida en el no suficientemente reconocido Dos caras distintas (1995), se ha convertido en la canción más escuchada de Los Secretos en los últimos veinticinco años. El público respondió al final con una ovación y aplauso en pie. Fue una lástima que la domesticación de la espontaneidad a la que no han sometido los protocolos COVID hiciera que el público volviera a sentarse instintivamente porque la siguiente canción, El primer cruce, pedía baile y movimiento.

La recta final del set principal llegó con Te he echado de menos, durante la que Ramón Arroyo buscó la compañía de Txetxu Altube y Juanjo Ramos al fondo del escenario, y en la que el bajista animó con saltos el acompañamiento de palmas del público. Siguió No me falles (cuya intro y arreglos me hacen fantasear con un hipotético e imposible medley con Summertime Blues de Eddie Cochran). A continuación, el slide de Ramón Arroyo adornó la siempre perfecta Por el bulevar de los sueños rotos (de nuevo Sabina in da house), para llevarnos hasta la festiva Gracias por elegirme y una potentísima versión de Ojos de perdida en la que Álvaro y Ramón compartieron un duck walk a lo Chuck Berry.

Después de una falsa salida en la que el publicó reclamó su regreso al escenario con el popular y tradicional «oeeeé, oé oé oé», Los Secretos volvieron a ocupar sus posiciones y Jesús Redondo pidió un aplauso para el staff técnico que sostiene cualquier espectáculo.
El trío final de ases se abrió con la melancólica Agárrate a mí María, con una parte interpretada a capella por Álvaro. Después, una canción de los uruguayos Kano y Los Bulldogs que Los Secretos hicieron irremediablemente suya (y definitivamente nuestra) en 1981: Sobre un vidrio mojado. El público, en pie, asumió el final del concierto con la canción «con la que empezó todo»… ¿puede haber mejor forma de terminar que con Déjame?

Si hay que ponerle un pero al excelente concierto de Los Secretos en Zaragoza es que, dentro de un extenso repertorio que rozó la treintena de canciones (como prometió Álvaro al comienzo del show), no hubiera más espacio para su último disco, Mi paraíso. Quizá su momento quedó atrás con el forzoso paréntesis impuesto por la pandemia, pero se echaron de menos canciones como Si pudiera parar el tiempo (ay, esas ausencias a las que ya hemos hecho referencia), Párpados pintados, Escrito en el corazón o Entre mil caras, el luminoso rockandroll de aroma clásico que cierra el disco. La verdad es que la gira de presentación de Mi paraíso se ha fundido forzosamente con la recentísima publicación de Desde que no nos vemos, el álbum que recoge el concierto homenaje a Enrique Urquijo que se celebró en el Wizink Center en noviembre de 2019. Son ya tiempos completamente diferentes. Nuestras vidas han cambiado y la forma de medir y percibir el tiempo ya no es la misma (antes y después del confinamiento, pre y post pandemia)… Mi paraíso es ya casi un «paraíso perdido» y lejano como el de Milton. Lo que sí es cierto es que, llámalo Edén o Nirvana, podemos seguir buscándolo bajo los focos de un escenario. Del resto se ocupa la música. La música de siempre, la música de nunca.
Los Secretos lo lograron, nos ayudaron a encontrar la puerta de atrás del paraíso. Y es que, que esta gira se llame Recuperando las emociones, no tiene nada de casual.
