Loquillo, gira «El Rey». Teatro Gaztambide de Tudela, 14 de abril de 2023. 20:30h.
El pasado 14 de abril arrancó en el Teatro Gaztambide de Tudela la segunda parte de la gira «El Rey» de Loquillo, cuyo primer tramo culminó en el Kursaal de San Sebastián en diciembre de 2022. Esta prolongada gira toma su nombre de una de las composiciones de Igor Paskual para el (hasta la fecha) último trabajo de estudio de Loquillo, «Diario de una tregua» (Warner, 2022). Se trata de una canción de base biográfica caracterizada por un texto hiperbólico, a la imposible medida de un personaje que ya excede los límites de las viñetas, páginas, surcos y fotogramas que lo han modelado durante décadas. Para defender su letra y salir airoso es necesario, en primer lugar, una biografía que admita, negro sobre blanco, una narrativa deliberadamente épica. Después, una trayectoria profesional sólida y persuasiva que, sin renunciar a un pasado mitificado, no pierda de vista el futuro. Y por último, también, una irreductible convicción mezclada con las debidas dosis de descaro e insolente desenvoltura para calarse la corona y lucir armiño sobre los hombros. Como Daniel Dravot y Peachy Carnehan en Kafiristán.

El patio de armas del Gaztambide se llenó de fieles llamados a la causa. Elvis Presley (con His latest flame), Johnny Cash (con Folsom Prison Blues) y Little Richard (con Rip it up) ejercieron de heraldos y la marcial fanfarria del tema principal de El desafío de las águilas anunció la entrada de la corte. Condestables y senescales pertrechados de mástiles, teclas y baquetas ocuparon sus puestos de combate. Una ovación recibió al Loco cuando tomó el escenario pasadas las 20:30, sin títulos heredados ni más blasón que un carpintero coronado sobre dos tibias cruzadas. No hay necesidad de alcurnia y abolengo cuando se tienen como referencias personales las detalladas en el primer tema del repertorio, Los buscadores, construido a partir de una semblanza con la que Luis Alberto de Cuenca prologó un cancionero de Loquillo publicado por Renacimiento en 2016. Emparentado ya con los caballeros del Grial y con porfiados capitanes como Ahab y Nemo, siguió el Loco entre viñetas y filacterias con Línea clara, en esta ocasión para definirse como un personaje con aristas pero sin fisuras dibujado con la prístina limpieza de los maestros del cómic belga, antes de reivindicar la propia voluntad y determinación con La libertad.

Tras esta declaración de principios en forma de tríptico, el recinto se inflamó con la exuberante Sol y su forma de entender y paladear la vida, redescubriéndola con cada nueva aurora o con el fulgor de un último crepúsculo. La contundente Planeta rock, irresistiblemente acompañada con palmas, nos invitó una vez más «a estremecer la nación bailando el rock». A continuación celebramos el regreso al repertorio de las guitarras planeadoras (a la heróica manera de Robert Fripp) con las que Jaime Stinus armó la monumental y evocadora La edad de oro allá por el año 2001.

En este nuevo tramo de la gira «El Rey» es nada menos que el ilustre Jorge Rebenaque, paladín de memorables gestas y eternas glorias, quien se hace cargo de las teclas. La última campaña que compartió con el Loco fue en 2015, cuando se hizo necesaria la activación del Código Rocker junto a los renovados Nu Niles. Armado con un acordeón dio un paso al frente en Salud y Rock and Roll y Creo en mí, en la que Pablo Pérez también se lució con un solo de guitarra. También Rebenaque se haría protagonista con su teclado prolongando el final de Sonríe y convirtiéndola en una fiesta al más puro estilo pachuco.

¡Con nosotros, siempre, Johnny Hallyday!, exclamó a continuación el Loco, y Laurent Castagnet elevó una baqueta al cielo antes de abordar Cruzando el paraíso. Con el recuerdo de otro Johnny, Johnny Cash, empezó el público a mostrar su reticencia a permanecer sentado. El patio de armas parecía intimidar todavía a los congregados abajo, pero en las más altas almenas se bailó con El hombre de negro mientras Alfonso Alcalá y Josu García se hacían fuertes sobre el bastión rítmico de Laurent Castagnet.


Un infalible himno como El rompeolas terminó de caldear el ambiente para conducirnos hasta la evocadora La lluvia dice, una de las perlas del último trabajo de estudio del Loco (que ojalá estuviera aún mejor representado en el repertorio con títulos como, por ejemplo, Historia de dos ciudades, Somos la furia o incluso la catártica Voluntad de bien). Con una nueva y cinematográfica introducción instrumental llegó El último clásico que, coreada por el público en su tramo final, nos llevó a ese maravilloso homenaje a la serie B que es Carne para Linda. La guitarra de Igor Paskual, con guiño a Seven Nation Army de The White Stripes incluido, dio tiempo al Loco para cruzar el puente sobre el foso y pasear, saludar y dejarse querer entre las butacas del patio de armas. Con el público todavía en pie, la primera parte del espectáculo culminó por todo lo alto con El rey del glam.

Cumplido el viejo ritual de hacerse reclamar, el escenario volvió a cobrar vida con la inesperada reincorporación al repertorio de la nostálgica Cuando fuimos los mejores. Una vibrante intro heredera de The Who dio paso a un himno que toma prestado su título de un emblemático tema de Johnny Hallyday, Rock and Roll actitud («attitude» en francés), a quien fue precisamente dedicada su versión en directo en el álbum Hermanos de Sangre grabado en 2005 en el BEC! de Barakaldo. Vampiresa del Raval (por obra y gracia de Marc Ros) y la canción que da título a la gira nos abocaron a la intensa recta final del espectáculo.

Con patio y almenas en pie (¿podríamos hablar de aclamación?) dispararon desde troneras y aspilleras una andanada compuesta por La mataré, Ritmo de garaje y Feo, fuerte y formal en las que con luz propia brillaron respectivamente el bajo de Alfonso Alcalá, la batería de Laurent Castagnet y las teclas de Jorge Rebenaque. Nadie volvió a sentarse mientras sonaba la atemporal Rock and Roll star y tampoco para escuchar las sentidas palabras que dedicó el Loco a Carlos Tena (imprescindible locutor y presentador de míticos espacios musicales de radio y televisión como Discofrenia, Popgrama o Auanbabulubabalambambú), de cuyo fallecimiento nos habíamos enterado poco antes de reunirnos en el Gaztambide. «Sin él la música en este país no habría salido del puto agujero en el que se encontraba», dijo el Loco. Para Carlos Tena fue la siempre emocionante Cadillac solitario que puso el broche final a tan enérgico concierto.

Empezábamos ésta crónica tratando de establecer qué puede ser necesario para ascender del estatus de último clásico al de rey. Como Daniel Dravot y Peachey Carnehan en «El hombre que pudo reinar», hay que tener el coraje de proponérselo. En una de los más célebres relatos de Rudyard Kipling, dos suboficiales británicos tan aventureros como ambiciosos deciden hacer fortuna y gobernar la región más inaccesible y misteriosa del Hindú Kush. Ya es imposible disociar sus rostros imaginados de los de Michael Caine y Sean Connery en la estupenda adaptación que John Huston hizo en 1975 de esta historia. En ella los dos pícaros se comprometen a convertirse en reyes de Kafiristán ante el propio autor, encarnado por Christopher Plummer. Su audacia tendrá recompensa, pero no un final feliz.
La osadía y convicción del Loco siguen recibiendo su merecida recompensa. Y el final no se adivina todavía en el horizonte. Si el puente hasta cuyo centro camina Daniel Dravot con arrojo y dignidad real antes de entonar The son of God goes forth to war es de cuerda y tablas, inestable y frágil, el que cruza el Loco disco a disco y gira a gira es de sillares sólidos y bien cortados, con firmes contrafuertes y provisto de tajamares para vencer las corrientes (y tendencias teledirigidas). Sus extremos se acomodan en un pasado construido con su propia mitología y en un futuro prometedor. Igual que Carnehan une su voz a la de Dravot, la nuestra y el buen hacer de una banda de probada valía arropan al Loco en el tercio de calzada que actualmente recorre.
Quizá de eso se trate. Si no hay herencia ni título, ni territorio ni corte, todo es cuestión de trayecto y determinación. De códigos y símbolos, de una cama en un pasillo a una higuera seca en el Alto Ampurdán. De fe, de compañeros de viaje. De vida, riesgo y lucha. Existir es insistir. La supervivencia es nuestro reino.
Encendámonos mutuamente nuestros cigarros y brindemos por ello. ¡Por nuestro Kafiristán!
Where Eagles Dare theme (recorded intro) / Los buscadores / Línea clara / La libertad / Sol / Planeta Rock / La edad de oro / Salud y Rock and Roll / Creo en mí / Sonríe / Cruzando el paraíso / El hombre de negro / El rompeolas / La lluvia dice / El último clásico / Carne para Linda / Rey del glam // Cuando fuimos los mejores / Rock and Roll actitud / Vampiresa del Raval / El rey / La mataré / Ritmo de garaje / Feo, fuerte y formal / Rock and Roll star / Cadillac solitario / Can’t help falling in love (recorded outro)