Nat Simons y los tacones de Felina

Nat Simons, Felina Tour 2023 (#GPS13). Sala Stereo de Logroño, 15 de abril de 2023. 23:00h.

En 1942 Jacques Tourneur dirigió para RKO un clásico del terror titulado «La mujer pantera» («Cat people»), que mostraba la transformación en felino de una joven llamada Irina y la liberación de sus más primordiales y sanguinarios instintos. La película, una joya de la serie B de la época, se caracterizó por sus originales recursos narrativos (que influirán hasta en las más recientes muestras del género) y la creación de atmósferas y tensión mediante imaginativos y eficaces efectos especiales. En una de sus más célebres escenas, justo después de que Irina (Simone Simon) acose al personaje que interpreta Jane Randolph (¡inolvidable e inspirador jumpscare propiciado por un autobús!), la metamorfosis de la protagonista se sugiere a través de la impresión de sus huellas. Las garras de pantera impregnadas de barro se convierten en pisadas humanas, pero lo más singular es que no se trata de marcas de pies desnudos sino de zapatos de tacón. La inverosimilitud de la transformación es sencillamente sublime. Pura magia.

Nat Simons (adviértase la afinidad del nombre artístico elegido por Natalia García hace más de una década con el de la actriz protagonista de «Cat people») ha experimentado con su último trabajo de estudio una metamorfosis escénica, estética y sonora igual de inesperada, sorprendente y seductora. Con un título tan oportuno y revelador como «Felina» y cantando en español después de dos álbumes y un EP grabados en inglés, Nat Simons también ha dejado abierta deliberadamente la jaula de una fiera con piel de lentejuelas y sueños húmedos de rock. La transición del folk con botas vaqueras al rock con botas gogo de tacones siderales se ha hecho sin pisar barro con las plantas desnudas. El paso es firme y hechicero, las huellas que imprimen invitan a ser rastreadas hasta donde decidan llevarnos.

El pasado 15 de abril volvimos a ser testigos de la transformación de Nat Simons en la sala Stereo de Logroño, dentro del ciclo Girando por Salas (#GPS13). La última vez que asistimos a uno de sus conciertos fue con motivo del cierre de gira en Huesca en diciembre de 2022 (puedes leer aquí nuestra crónica). Aquel encuentro coincidió con el noveno aniversario del lanzamiento digital de su primer disco («Home on high») y, curioso sincronismo, la cita logroñesa lo hizo con el de la publicación en formato físico de dicho trabajo.

El repertorio, que combinó acertadamente temas en español e inglés de todos sus discos sin que el ritmo decayera en ningún momento, abrió fuego con intención de seducir desde el primer acorde. Prácticamente encadenadas y sin dar respiro sonaron Finale y Televisión, las dos canciones que quizá mejor caracterizan al personaje armado como protagonista del álbum «Felina», alter ego de Nat Simons a la manera que lo fue Ziggy Stardust de David Bowie, que vende su alma al diablo a cambio de fama y oropel. Nada de casual tiene el rayo rojo del strap de la guitarra que se colgó para, después de presentarnos a Felina, volver la vista atrás y recuperar The way it is (del álbum Lights de 2018), celebrar la memoria del añorado Tom Petty con la infalible Learning to fly y contarnos una historia con un final no demasiado feliz en Trouble man (de su EP homónimo de 2015).

Aunque a veces el público que se reúne un sábado por la noche en salas de conciertos que también funcionan como bares (o mejor, bares en los que también se ofrecen actuaciones en directo) parece más predispuesto a la conversación y el compadreo ambientado de fondo por el artista que toque ese día, también resulta enormemente satisfactorio notar como la chispa que se enciende en el escenario echa el lazo y concentra la atención y complicidad del más despistado. Nat Simons se desprendió del pañuelo que llevaba al cuello y atacó You just can´t imagine seguida de ese personalísimo homenaje a Tom Petty (sí, otra vez él, irrepetible Tesoro Nacional) que es Extraña religión. En la evocadora Londres las voces de Nat Simons y su hermana Helena (a cargo del teclado durante el show) se trenzaron creando uno de esos instantes que arañan el corazón y que propició el ambiente perfecto para regalarnos la emocionante Another coffee and cigarette day que abre el disco Home on high, cuyo aniversario celebrábamos de nuevo.

Que te dediquen una canción desde un escenario es uno de los mayores regalos que puede llevarse en el bolsillo quien acostumbra a estar abajo, rendido al hechizo de los focos. Pero que la evocadora Endless summer road sonara para nosotros fueron palabras mayores. ¡Muchas gracias por el detalle!

Poco cuartel iban a darnos ya Nat Simons y su banda. Lo advirtió al asegurar que íbamos a salir de allí con ganas de hacer el amor antes de hacernos bailar y sudar con la arrolladora locomotora que encadenó las potentísimas People y Ain’t no blues. El público ya estaba más que entregado y rendido a la propuesta de Nat Simons y ella no se privó de elogiar la inclinación de los presentes por el rock and roll frente a otros géneros y estilos invasores servidos en bandeja por el todopoderoso algoritmo. Como una corriente de resaca nos atrapó y arrastró la melodía y letra de la versión en español de Monna Lisa smiled de The Quireboys (¡buen viaje, mr. Guy Bailey!) que quedó fuera del tracklist del álbum Felina. De ires y venires trata la vida, de encuentros y desencuentros, de hallazgos y pérdidas, de rupturas y reparaciones. Entre la sonrisa triste de Mona Lisa y las piezas de un Macabro plan actuaba como un bálsamo restaurador la palpitante complicidad entre Nat Simons y el guitarrista Anxel Solana.

Una rápida presentación para presentar a la banda (Mariana Mott a la batería, Pablo Rodas al bajo, Helena García al teclado y voces, y a las guitarras Laura Solla y Anxel Solana) sirvió también para recuperar el aliento y terminar de seducirnos con la mezcla de candor y voluptuosidad de Ley Animal, tema que recientemente ha vuelto grabar Nat Simons con la rapera Miss Raissa en lo que parece ser una pista de por dónde irán los tiros de su próximo (y felino) proyecto. Una arrasadora Déjalo ser terminó de agotarnos a modo de broche del set principal. El reducido espacio del escenario (Laura Solla ocupaba una plataforma adicional) invitó a bromear sobre la necesidad de abandonarlo o no para llevar a cabo el acostumbrado ritual de hacerse reclamar por el público para una tanda de bises. Finalmente optaron por continuar bajo los focos para ofrecer uno de los momentos más electrizantes del concierto con No one compares, la  canción que cierra el disco Lights. Incluso Nat y Anxel se quedaron en un segundo plano, casi ejerciendo de público, mientras la hipnótica voz de Helena prolongaba el final del tema sobre un solo de guitarra de Laura. Pura magia, vello como escarpias.

El final previsto llegó con la enérgica Big Bang, en cuya versión de estudio del álbum «Felina» participa Anni B. Sweet. Después de la primigenia explosión el público aún pedía más. Tras un breve conciliábulo Nat, Anxel y Helena decidieron permanecer sobre el escenario para satisfacer una petición que se generalizó por la sala. Así, de forma improvisada, los tres nos regalaron una versión de ¿Qué fue del siglo XX?, canción convertida en himno generacional con la que los granadinos 091 ya daban por finiquitada la anterior centuria allá por el año 1989. Y así, invocando a King Kong, al Ché y a un legendario bluesman de Mississippi, llegó el momento de asumir que la fiera había dado su último zarpazo y de que era hora de volver a casa para lamernos las heridas.

Nat Simons se ha transformado y el nuevo personaje promete seguir creciendo. En junio estará en el Azkena compartiendo su escenario y su banda nada menos que con Cherie Currie, voz principal de las legendarias Runaways en las que también militaron Joan Jett y Lita Ford.  Este encuentro anticipa que Felina seguirá afilando sus garras y colmillos y que no tiene intención de bajarse de sus tacones siderales.

Habrá que permanecer atentos a su eco y a las huellas que vayan dejando. La jaula está abierta, la llave se ha perdido y la fiera quiere ser libre. Nadie está a salvo.

Por nuestra parte, seguiremos el rastro sin preocuparnos del riesgo de ser devorados en el cubil de la pantera.

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