Loquillo en Guadalajara… nuestro refugio en la tormenta

Loquillo, gira El Rey 2023 – Guadalajara, pistas de atletismo Fuente de La Niña. 15 de septiembre de 2023, 23:00h.

Las previsiones meteorológicas no eran precisamente halagüeñas para el fin de semana en el que el segundo tramo de la prolongada gira El Rey de Loquillo aterrizaba en Guadalajara. La misma mañana del viernes 15, la zona verde dentro del anillo de carriles de las pistas de atletismo Fuente de la Niña de la capital alcarreña aparecía anegada después de la tormenta que había descargado de madrugada. Operarios de la organización se afanaban con sopladores de aire para desalojar el agua del césped y preparar el terreno para el concierto de esa noche, manteniendo la esperanza a pesar de que se anunciaba alta probabilidad de lluvia por la tarde y, lo que era más temible y de verdad podía hacer peligrar el espectáculo, también de tormenta eléctrica.

Sin embargo el cielo pareció ponerse de nuestro lado y nos permitió disfrutar durante la tarde de la oferta gastronómica y musical que se despliega en las plazas de Guadalajara durante sus fiestas. Pero poco antes de la apertura de puertas (prevista para las 21:00h) y con público ya apiñándose entre las vallas de acceso al recinto, las nubes volvieron a tornarse amenazadoras.

Durante las dos horas que mediaban entre la apertura de puertas y el inicio previsto del concierto, una estimulante selección musical mantuvo a raya los nubarrones y acogió el goteo de gente que poco a poco acudía al complejo Fuente de La Niña hasta que gradas y pista se poblaron con unos 7000 espectadores. No faltaron pioneros como Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, Little Richard, Wanda Jackson o Johnny Kidd, leyendas vivas (¡y activas!) como The Rolling Stones y Bruce Springsteen, polos opuestos (y tan complementarios en realidad) como Otis Redding y The Cramps o Mink DeVille, la necesaria dosis de rock europeo con Vince Taylor (por partida doble vía The Clash), Johnny Hallyday, Jacques Dutronc o The Rokes, y nuestros ibéricos Los Salvajes, Los Bravos o Lone Star. El aperitivo musical era prometedor y tan electrizante que pareció atraer incluso a los indeseables rayos. Sobre las 22:40 el cielo empezó a iluminarse intermitentemente por el oeste. La tormenta se acercaba y quienes andábamos pegados a la valla delantera del escenario empezamos a temernos lo peor.

A pesar del amenazador aparato eléctrico y con un comprensible retraso de diez minutos, las luces del escenario se apagaron y The first of the gang to die de Morrissey y el tema principal de El desafío de las águilas de Ron Goodwin anunciaron que sí íbamos a tener concierto. Bob Dylan, en plena debacle sentimental, escribió sobre tres acordes y con título tomado de un verso de Creedence Clearwater Revival la historia de un vagabundo que encuentra refugio en una iglesia durante una tormenta. Así nos sentimos nosotros, mientras los relámpagos se deslizaban por detrás de la estructura del escenario alejándose poco a poco. A salvo, seguros y protegidos por la promesa del rock and roll.

Los músicos saludaron uno a uno en el centro del escenario antes de ocupar su puesto y arrancar el espectáculo con la contundente batería que introduce Los buscadores. Si la selección previa había dado muchas pistas sobre los modelos musicales de Loquillo, la primera canción, con título fordiano y articulada en torno a un nutrido código de referencias literarias y filosóficas, siguió definiendo a un personaje que quedó completamente redondeado en su discurso con Línea clara. Después de alinearse frontman y mástiles al filo del escenario abordaron Sol, cada vez más exuberante y perfeccionada con la trepidante batería de Laurent Castagnet, los atmosféricos teclados de Jorge Rebenaque y un solo final de guitarra de Pablo Pérez. Sin descanso sonó la enérgica Planeta Rock, que nos invitó (¡como si hiciera falta!) a posicionarnos en el bando del rock.

Jorge Rebenaque salió de detrás de sus teclados armado con un acordeón para brindarnos la festiva Salud y Rock and Roll, seguida de ese himno de bíblica autoafirmación escrito por Mario Cobo para el Loco bajo el inequívoco título Creo en mí. Ese fue precisamente el momento en que la lluvia decidió descargar sobre Guadalajara. Se desplegaron paraguas en la segunda mitad de la pista pero las primeras filas permanecieron firmes a pie de escenario. Y es que el rock and roll es una cuestión de fe y, además, la lluvia dota de una épica especial a un concierto. Ni el Loco, ni la banda ni el público estaban dispuestos a arredrarse y el espectáculo siguió adelante. La lluvia duró poco. Cuando Loquillo exclamó «je me souviens de toi, Johnny Hallyday!!», la presencia protectora de Johnny sobrevoló nuestras cabezas y las nubes se batieron en retirada mientras sonaba la siempre emocionante Cruzando el paraíso.

Unos arpegios de Igor Paskual anunciaron que era momento de dar un nostálgico paseo por El rompeolas, coreada a placer por un público más que entregado y culminada por un estupendo solo de Josu García. El Loco arengó al público con un «…cuando el rock and roll conquistó mi corazón, y el tuyo, y el tuyo, y el tuyo… y el vuestro, Guadalajara!!». Una cinematográfica intro de piano dio paso a El último clásico, después de la cual bajó el Loco al foso mientras la banda se desbocaba con Carne para Linda. Tras saludar y dejarse querer regresó al escenario para versionar (o más bien para apropiarse y hacer ya definitivamente suya) El rey del glam, de Alaska y Dinarama. Y así, con las sensaciones bien arriba, todos abandonaron el escenario unos instantes antes de ser reclamados de vuelta por el público. ¡Fieles al ritual!


El Loco se plantó solo en el escenario, mezcla de maestro de ceremonias y jefe de pista, y convocó uno a uno a los miembros de la banda para recibirlos con un abrazo. Ya saben aquello de que «el rock and roll, como el baloncesto, es un deporte individual que se juega en equipo». Ecos de The Who nos prepararon para Rock and Roll actitud y allanaron el camino para la hiperbólica El rey, adornada por las luminosas teclas del reverendo Jorge Rebenaque,

Alfonso Alcalá y su bajo se apropiaron del centro del escenario incendiado en rojo para encarar la infalible recta final del espectáculo con La mataré, durante la que el Loco se permitió unos pasos de baile al lado de Josu García mientras este empuñaba la guitarra al más puro estilo rumbero.

El ritmo del garage (así, con «g») reveló la primera carta que iba a componer el imbatible póquer de la última jugada. Laurent Castagnet alargó el final para que el Loco pudiera acomodar la habitual y orgullosa sentencia «…porque tú tienes tu banda de rock and roll español,… y somos jodidamente nosotros!!» antes de desatar la fiesta con Feo, fuerte y formal, en la que hubo mástiles de guitarra cruzados, espaldas contra espaldas, besos desinhibidos, cabezas juntas, saltos y mucho amor, tan descarado como espontáneo.

Los dos últimos naipes ganadores descubrieron Rock and Roll star y Cadillac solitario, con cita de Scott Fitzgerald incluida: «…como botes a contracorriente, navegando sin cesar hacia el pasado».

Una grabación de Hungry heart de Bruce Springsteen acompañó la despedida del Loco y la banda. Sobre el escenario se prodigaron abrazos y mutuas felicitaciones. Un último saludo unidos por cintura y hombros, púas y baquetas lanzadas al aire, más besos y guiños, sonrisas y gestos al reconocer rostros en las primeras filas.

Seca ya la ropa, con las gargantas ardiendo y el corazón hambriento, nos fuimos apartando despacio de la valla que nos aislaba del barro y el césped húmedo. Olvidado quedaba ya el cielo oscuro, olvidada la inquietud provocada por la amenaza eléctrica, olvidada la incomodidad de la inoportuna (pero pasajera) lluvia. Loquillo y los miembros de la 101 Aerotransportada habían hecho su trabajo con contundencia y audacia: saltaron sobre el escenario, rompieron las nubes, ahuyentaron los rayos, acallaron los truenos, nos dieron cobijo y calor bajo sus focos. Una vez más el rock and roll, como cantó el viejo Dylan, fue nuestro refugio en la tormenta…

«Intenta imaginar un lugar / donde siempre se está seguro y cálido

/ Entra, dijo ella, yo te daré / refugio en la tormenta…»

(Shelter from the stormBob Dylan, 1975)

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