KISS of Death, besos mortales en Zaragoza

KISS of Death, Banda tributo a KISS. La Casa del Loco de Zaragoza, 7 de octubre de 2023. 21.00h.

Mientras las jugadoras del Casademont arengaban desde el balcón del ayuntamiento a una abarrotada Plaza del Pilar dando el pistoletazo de salida a los Pilares 2023, a apenas cinco minutos de paseo de allí nosotros disfrutábamos de unos muy particulares pregoneros en La Casa del Loco. KISS of Death, banda barcelonesa que desde 2010 rinde tributo a KISS, aterrizaban a la hora más desventajosa en Zaragoza dispuestos a hacernos olvidar por un momento que la banda más caliente del mundo se halla inmersa en el último tramo de la gira que va a marcar el final de su larga trayectoria. Y quienes el día de arranque de las fiestas, justo a la hora del pregón, preferíamos prescindir de charangas y multitudes para ver su tributario espectáculo, cambiando peto de peñista por camiseta y hebilla de KISS, no íbamos a arrepentirnos de nuestra elección ni por un solo momento.

Personalmente no somos muy inclinados a las bandas tributo, especialmente si son de bandas que continúan en activo (aunque el final del camino esté próximo para KISS). Pero el último concierto de KISS en Madrid (allí estábamos en primera fila después de una larguísima y trabajada guardia ante las puertas del WiZink Center) nos había arrancado un trocito de corazón que nadie va a poder ocupar ya, el anuncio de que KISS of Death iban a dejarse caer por Zaragoza era una invitación irresistible. Siempre con el temor de que un tributo pueda caer en la parodia y lo grotesco, algo que en el caso del extravagante y circense concepto de espectáculo de KISS puede resultar relativamente fácil, nos acercamos con tiempo a La Casa del Loco. Al escuchar parte del soundcheck desde el exterior, las dudas comenzaron a disiparse. Aquello sonaba muy bien, la banda prometía. Y, tras mantener una breve conversación con el batería y el lead guitar del grupo antes del concierto en cuanto a la selección del repertorio, ya nos tenían ganados: allí había admiración y respeto por la banda homenajeada y su legado musical.

Si algo faltaba para predisponernos al disfrute era descubrir la cuidada y detallista puesta en escena, teniendo en cuenta las limitaciones de un recinto como La Casa del Loco, Un telón con el célebre logotipo de KISS llenando el fondo del escenario, la batería de doble bombo luciendo en sus parches el de KISS of Death flanqueada por dos luces rotatorias que anticipaban Black Diamond (o quizá Firehouse), focos verticales para emular lenguas de fuego en el momento apropiado, generadores de niebla a demanda y un par de pequeños cañones que nos hicieron fantasear con la idea de que también hubiera confetti.

A las 21:00h la música ambiental se desvaneció con la conmovedora voz de Johnny Cash en la elegíaca Hurt, de sus American Recordings dirigidas por Rick Rubin, Como está mandado, el show empezó con el habitual ominoso zumbido que quienes hemos estado en algún que otro show de KISS conocemos y reconocemos al instante, sobre el que se superpone el clásico y esperado anuncio: «You wanted the best… you got the best!! The hottest band in the world… KISS (y en este caso of Death)!!».

Subieron al escenario Darth Marcus Simmons, Jordi Stanley, Jace Kulick y Charly Criss, y lo hicieron vestidos para matar. Al frente y de izquierda a derecha: The Demon al bajo (con su erizada armadura y sus botas con dientes de dragón), Starchild a la guitarra (a pecho descubierto) y Space Ace también a la guitarra (con el mítico jumpsuit de The Elder); al fondo, dando la sorpresa estética de la noche, The Fox (ya que el baterista optó para la ocasión por el personaje de Eric Carr en lugar de usar el maquillaje felino de Peter Criss o Eric Singer).

El show arrancó con Creatures of the night, tema que da título al décimo álbum de KISS (de 1982) y que terminaría siendo el más visitado de la noche. Con Heaven’s on fire y Fits like a glove, de los álbumes Animalize (1984) y Lick it up (1983) respectivamente, empezaba a quedar claro que el repertorio iba a transitar por el material más ochentero de la banda homenajeada, lo que justificaba además la elección del mencionado maquillaje del baterista en honor a Eric The Fox Carr. Sin cambiar de década llegaron Who wants to be lonely del álbum Asylum (1985) y (You make me) rock hard de Smashes, thrashes and hits (1988).

En algún momento el frontman nos invitó a cantar esa vieja jota que habla de perros exhibicionistas que levantan la garra, al modo en el que el Starchild original se empeña en mexicanizar al público español con Currucucucú paloma durante sus shows ibéricos. A estas alturas del concierto ya teníamos claro que los cuatro componentes de la banda tienen más que interiorizados sus personajes: que Darth Marcus puede ser tan entrañable y creepy como el Demon de Gene Simmons, que Jordi domina los extemporáneos speeches y los imposibles agudos que el propio Starchild de Paul Stanley ya no alcanza, que Jace puede llevarnos a la estratosfera con un solo igual que hace el Space Ace de Ace Frehley y que, al fondo, Charly levanta un muro de cajas y platos que solo permite la huida hacia adelante de un felino como Peter Criss o un zorro como Eric Carr.

KISS of Death dispararon otra irresistible tanda de temazos ochenteros con Crazy nights (¡¡por Dios, podríamos estar felices y sin darnos cuenta repitiendo la misma línea ad aeternum !!) del álbum homónimo de 1987, seguida de King of hearts del álbum Hot in the shade de 1989 y la maravillosa Tears are falling del álbum Asylum de 1985. La cara B del álbum Creatures of the night de 1982 iba a ser la protagonista con los siguientes tres temas: la demoladora War machine nos dejó el cuerpo rendido para la estupenda balada I still loving you. A continuación llegó uno de los números clásicos de KISS, ese celebrado momento en el que el demoníaco bajista escupe sangre antes de lanzarse, en esta ocasión, a por la enérgica y coreable I love it loud.

Lick it up (del álbum homónimo de 1983) y Hide your heart (del álbum Hot in the shade, de 1989) cerraron el set principal del espectáculo, una notable y testosterónica selección de material que combinó con acierto himnos muy conocidos con otras perlas algo más escondidas de su repertorio, e incluso dos que la banda original nunca ha interpretado en directo (Who wants to be lonely y King of hearts).

Jordi Stanley preguntó al público si queríamos escuchar algunas canciones de los setenta, y la respuesta fue tan obvia como contundente. Antes de llevarnos directamente al álbum de debut de KISS (en 1974) con Black diamond, nos sorprendieron con un inesperado (¿e improvisado?) excerpt de Forever. Entonces sí, llegó Black diamond con Jace Kulick culminando la canción con un solo de guitarra ejecutado de rodillas.

La enérgica y (positivamente) agotadora traca final llegó encadenando Detroit Rock City (del álbum Destroyer de 1976) y Love gun (del álbum homónimo de 1977) deliciosamente introducida a capella, con Deuce (también del primer álbum, KISS, de 1974) y la radioformulera pero infalible I was made for loving you baby del álbum Dinasty (de 1979).

El broche lo puso, como era de esperar, Rock and roll all nite (del álbum Dressed to kill de 1975)… ¡¡para la que, efectivamente, se disparó una pequeña salva de confetti a ambos lados del escenario!! No se puede pedir más, casi dos horas de espectáculo respetuoso y un más que solvente homenaje a una de las bandas de nuestra vida.

Y si además puedes llevarte a casa de recuerdo un par de púas y una baqueta personalizadas con el logotipo de la banda y repartidas con alegre prodigalidad (especial aplauso para Jace Kulick que se preocupó de que les llegaran también a dos niños que vieron el espectáculo desde un lateral del escenario), todo da sensación de redondez. Si estás maquillado bajo los focos con un telón enorme de KISS a la espalda y rindes tributo a la banda más caliente del mundo, has de sentirte… ¡debes sentirte!… una auténtica estrella. Y KISS of Death se comportaron como tales pero sin perder la cercanía, dándolo todo y más, arriba y abajo del escenario, regalándonos una buena dosis de glam y hard rock en una noche que podía tenerlo todo en contra al coincidir el horario con el arranque de los Pilares, pero que finalmente rozó la perfección (salvo por algunos problemas con el micrófono de Jordi Stanley) en un ambiente de luminosa comunidad que solo el rock tan adictivo y juguetón como el de KISS puede conjurar.

¡Un placer y un verdadero descubrimiento el buen hacer de KISS of Death!

¡Nos encontraremos de nuevo, segurísimo, quizá allí donde se prolongue en una carretera secundaria el End of The Road de KISS!

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