Gabriel Sopeña en Ejea de Los Caballeros… un barco con fortuna

Gabriel Sopeña, Gira Cantar 40. Anfiteatro del Agua (Ejea de Los Caballeros), 19 de agosto de 2023. 22:00h.

Una vieja canción de El Frente habla de barcos que transportan ron y arena. Barcos que siempre parecen pasar de largo, pero a los que invita a seguir la sobrevenida fragilidad a la que nos predispone cualquier noche…

El calor dio tregua al atardecer del pasado 19 de agosto, junto a la Estanca del Gancho de Ejea de Los Caballeros. Una huidiza luna menguante se escabulló por el oeste delegando su labor en el alumbrado led que se duplicaba en el espejo del agua y convocando a alguna estrella, despistada pero suficiente para trazar un buen rumbo. Bandadas de aves acuáticas rasaban la superficie como llamaradas blancas antes de reunirse en un islote cercano y los mirlos revoloteaban en milimétrico desorden sobre nuestras cabezas. La curva del escenario del Anfiteatro del Agua, arbolado con torres de luz, surcado por cables bien adujados y con instrumentos y amplificadores escrupulosamente estibados para no volcar la carga y evitar la escora, se adentraba en la Estanca como la proa de un navío encarando la bocana hacia el incierto pero prometedor horizonte. A las 22:00 solo cabía esperar la llegada de la tripulación porque el pasaje ya estaba a bordo, ordenado y expectante en las gradas. La placidez de la noche y el entorno propiciaban la conexión emocional. El hechizo estaba lanzado. Este barco que transportaba poesía y música no iba a pasar de largo y, también como en la canción de El Frente, estábamos decididos a irnos con él en busca de mejores nortes.

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Cantar 40. Gabriel Sopeña, al abrigo del algoritmo

Gabriel Sopeña. Gira Cantar 40. Teatro Principal de Zaragoza, 3 de abril de 2023 (20:00h)

El pasado 3 de abril Gabriel Sopeña inició la celebración de cuatro décadas sobre los escenarios con el primer concierto de su gira «Cantar 40» en el Teatro Principal de, como no podía ser de otro modo, Zaragoza. En estos días en los que tanto se habla de inteligencias artificiales y de algoritmos estabuladores nos gusta pensar (¡queremos creer!) que para escribir y mimar un texto exigente que llegue al hueso, acogerlo en una melodía caladora e interpretarlo con la honestidad necesaria para emocionar, todavía es necesario tener alma inquieta de cantor y una vida que palpite en yemas y garganta.

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Loquillo y Sopeña: crecer en la osadía…

Viva la Vida. Sonorama Ribera, Aranda de Duero. CC Vírgen de Las Viñas.

15 de julio de 2020. Loquillo y Gabriel Sopeña, La vida por delante.

En alguna ocasión Loquillo ha bromeado sobre su parentesco con los moai de la Isla de Pascua. Los célebres gigantes esculpidos en piedra volcánica que salpican esta isla polinesia muestran unos rasgos acusados y muy característicos, frente ancha, labios fruncidos y mandíbula prominente. Algunos tienen la barbilla algo alzada, en un gesto que casi podría parecer altivo, desafiante. Son monolíticos, de una pieza, y representan la memoria y espíritu de los ancestros, de los que se fueron en tiempos pretéritos, de los que ya no están pero merecen ser recordados. Quizá esto bastaría para ir entendiendo por qué el Loco ha manifestado cierta afinidad por ellos. Continúa leyendo Loquillo y Sopeña: crecer en la osadía…

Johnny Hallyday. 75 anniversaire

El 6 de junio de 1944 el ejército estadounidense tomaba la playa de Omaha, en un ataque coordinado con tropas inglesas y canadienses que recuperó la costa de Normandía desbaratando el Muro Atlántico de Rommel. Aquella operación propició el avance aliado hacia el este de Francia y la apertura de un segundo frente que descompuso la estrategia del Tercer Reich. Empezaba la liberación de Francia y el final del nazismo en Europa.

Poco menos de un año antes nacía en el distrito 9 de la todavía ocupada ciudad de París un niño que también tendría sueños de libertad inspirados por, precisamente, los mitos y la iconografía norteamericanos. Fue bautizado como Jean-Philippe Léo Smet, pero sería otro nombre el que lo convertiría en los sesenta en pieza fundamental de otra liberación (más simbólica) que derribó muros morales y sociales: lo hizo primero bajo el título de príncipe del tumulto y, pronto, con el meteóricamente adquirido estatus de ídolo de la juventud francesa.

Todavía era un niño cuando Jean-Philippe Leó Smet acompañó a su tía a Marnes-la-Coquette (en los Altos del Sena) para atender la invitación a compartir un desayuno con Maurice Chevalier. Después de una selección de patés cubiertos con gruyère, el maître propuso la salida de los quesos, a lo que Chevalier protestó: «Eso no puede ser, ya teníamos queso con los patés». Luego se dirigió al pequeño Jean-Philippe y le dijo unas palabras que quedarían grabadas para siempre en su memoria: «Debes preocuparte de la entrada y salida del escenario, en medio solo es cuestión de cantar». Nunca olvidó el consejo y siempre lo puso en práctica a la hora de diseñar sus espectáculos para no repetirse, no defraudar y no dejar jamás de sorprender.

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Johnny Hallyday… Cruzando el paraíso

Tenía que ser un París otoñal el que despidiera a Johnny Hallyday.

En las copas recortadas de los árboles que flanquean la Avenue des Champs-Elysées, las hojas de arce lucían tonos marrones. Las aceras aún conservaban la humedad de la madrugada y reflejaban los pasos de quienes, ignorando el frío, salieron antes del amanecer en busca de sitio a lo largo de la avenida o en el entorno de la Église de La Madeleine. A las 11 de la mañana estaba prevista la llegada del cortejo fúnebre a la Place Charles DeGaulle (l’Étoile). No había de ser un funeral de Estado, pero casi. O quizá fuera algo más grande.

En junio de 1993 Johhny Hallyday atravesó la multitud caminando por el césped del Parc des Princes, para alcanzar el escenario donde celebraría su cincuenta aniversario con un show formidable. El ídolo pisaba el suelo a la misma altura que sus admiradores y entre ellos. Una verdadera osadía que puso a prueba a su equipo de seguridad.

Ayer volvió a hacerlo, escoltado por motocicletas policiales y un escuadrón de cientos de bikers con el corazón roto. Descendió, entre su público, a través de los Campos Elíseos. Johnny Hallyday se despedía, literalmente y de acuerdo con la mitología griega que los describe como el lugar donde los guerreros heroicos disfrutan de una existencia dichosa, cruzando el paraíso.

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