Un último beso en New York… ¿el principio de una Nueva Era?

KISS End of The Road Tour, The Final Concert. 2 de diciembre de 2023, Madison Square Garden de NY (21:00h), vía streaming (02:00am hora española)

(Texto y fotos de Jesús Gella Yago)

La función ha terminado. La carpa del circo ya ha sido desmontada, los disfraces plegados, las botas de tacón de siete pulgadas recogidas, los trucos desactivados y el maquillaje enjuagado. El público cómplice que conoce bien el tinglado de la farsa tiene el corazón aún caliente, pero también un pellizco en el estómago. Los patriarcas Gene Simmons y Paul Stanley, y los herederos Tommy Thayer y Eric Singer, subían la noche del 2 de diciembre de 2023 a un escenario caracterizados por última vez como The Demon y Starchild. como The Catman y Spaceman. KISS dijeron adiós en el Madison Square Garden de New York, la ciudad que fue testigo en invierno de 1973 del encuentro de cuatro jóvenes llamados a formar la banda más caliente del mundo y que, en sus diferentes caracterizaciones y encarnaciones, llegarían a ser unos absolutos maestros del entretenimiento y la manipulación, tan entrañables como aviesos.

¡¡Un show KISStórico!!

A las 02:00am hora española, previo pago, se podía acceder a través de la plataforma PPV (Pay Per View) a la retransmisión en streaming del último concierto de KISS. Trasnochar una vez más para despedirlos fue una decisión fácil de tomar. Pizza al horno, nachos con queso y guacamole, cervezas y camisetas del KISS Army, algo de merchandising distribuido estratégicamente por la estancia… ¡y la ilusión de poder colarnos en el Madison Square Garden quedaba redondeada! Además. quienes asistíamos al concierto virtualmente, podíamos aprovechar la última (o penúltima) jugada de KISS: si a alguien le quemaban 391 dólares en el bolsillo, podía adquirir durante la emisión uno de los 950 tickets dorados (¡chúpate esa, Willy Wonka!) que se pusieron a la venta como exclusivo souvenir del evento por tan módico precio. ¡Entrañables y aviesos, ya lo hemos dicho un poco más arriba!

A las 02.45am (hora española), después de la emisión de entrevistas grabadas con Gene, Paul, Tommy y Eric, y en directo con los tres hijos de Paul y la hija de Tommy, llegó el momento esperado. Quienes hemos viajado, guardado horas de fila y usado sus maquillajes tanto en conciertos como en fiestas domésticas, conocemos a la perfección las emociones que se desatan al escuchar el particular zumbido que precede a la clásica introducción de un concierto de KISS: «Aaaaaall right New York!! You wanted the best… you got the best!! The hottest band in the world… KISS!!!!» Entonces el telón negro con el célebre logotipo cae y empieza el delirio.

El concierto no se salió en ningún momento del ritual previsto y archiconocido. Arrancó con Detroit Rock City, en la que ya se evidenciaron las carencias vocales de Paul que, recordemos, llegaba recién (y quizá aún parcialmente) recuperado de una gripe severa que les obligó a cancelar los shows previos a la doble cita neoyorquina. Siguió Shout it out loud, con Paul estimulando el consabido duelo de gritos a derecha e izquierda de las gradas. La voz de Gene Simmons tomó la iniciativa ya desde el principio con la dupla Deuce (con muchos «I wanna hear you») y War Machine, con profusión de pirotecnia y la figura de un dragón vomitando fuego sobre The Demon.

Heaven’s on fire precedió a I love it loud, en la que la realización del streaming nos permitió ver entre el público a una niña con auriculares protectores caracterizada como Space(wo)man antes de que Gene hiciera su habitual número escupiendo fuego sobre el pomo de una espada. ¡KISS, más grandes que la vida, uniendo a diferentes generaciones bajo sus focos y su pirotecnia! En Say yeah, la canción más reciente del repertorio, Paul dosificó voz y aprovechó, al concluir, para recordar a sus padres. En Cold Gin llegó para Tommy Thayer la ocasión de lucirse individualmente; durante su solo disparó hasta cuatro veces con el mástil de la guitarra para echar abajo cuatro de los hexágonos móviles que daban vida a la parte superior del escenario. Entre el público pudimos distinguir algún típico Santa Claus neoyorquino.

En Lick it up tuvimos el ya habitual guiño a The Who con un bridge de Won’t get fooled me again a cargo de Paul y Tommy, antes de que Gene Simmons volviera a convertirse en el Doctor Amor y de que la voz de Paul sufriera (y nos hiciera sufrir) en Makin’ love. Un duelo de licks entre Paul y Tommy derivó en un fragmento de Psycho Circus para propiciar el infalible solo de batería de Eric Singer sobrevolando el escenario, tras el que Gene y Tommy se elevaron también en sus propias plataformas hidráulicas con otro fragmento instrumental de 100000 years. Abajo, Paul emulaba a Roger Daltrey haciendo molinetes con el cable del micrófono.

No faltaron la siniestra introducción en la que Gene vomita sangre (recogiendo un último y cariñoso esputo sanguinolento en una toalla que lanzó al público) antes de cantar God of Thunder a diez metros sobre el escenario ni, después de mencionar la actuación de Elvis Presley en el MSQ en 1972, el último vuelo en tirolina de Paul Stanley sobre las cabezas del público mientras arrancaba Love Gun. Con Starchild en la plataforma dispuesta al otro lado del recinto, sonó I was made for lovin’ you baby y la intro de Black Diamond acompañó su regreso al escenario principal. Otra vez la plataforma de Eric Singer se elevó sobre el escenario, flanqueada por dos ruedas de fuego en la coda.

El escenario se fundió a negro para la tanda de bises. Eric Singer emergió del suelo sentado al piano para interpretar la tierna Beth acompañada de una recording de cuerdas y metales.

El concierto no tuvo ninguna sorpresa ni en cuanto a repertorio ni escenografía. No hubo drama ni concesiones a la emotividad propia de una despedida, tampoco apariciones sorpresa de antiguos miembros de la banda, ni siquiera un recuerdo en forma de imágenes proyectadas como hcieron en giras anteriores con Flaming youth. Quizá algo de eso se echó en falta. Solo cuando Eric se levantó del piano y se le unieron Gene, Paul y Tommy para repartir baquetas entre el público, se notó aflorar los sentimientos. Especialmente en Gene y Paul, cuyos rostros aparecían más serios de lo habitual. En su gesto y mirada se adivinaba, o al menos queríamos adivinar, un poso de tristeza.

Un último speech de Paul Stanley sobre el final de la carretera, con Gene exagerando pucheros frente al micro (¿mecanismo de defensa para controlar las emociones?), nos llevó a la esperada traca final con Do you love me? y la lluvia de globos con los míticos icons que representan a cada personaje; y Rock and Roll all nite, con lluvia de confetti, más plataformas elevadas y la última guitarra que Paul rompe contra el suelo del escenario. «¡Este es el principio de una nueva carretera, os veremos en vuestros sueños!», exclamó Paul antes de que The Demon, Starchild, The Catman y Spaceman nos dejaran solos en un mundo algo menos divertido y luminoso.

Una recording de God gave rock and roll to you II acompañó la proyección de un clip animado protagonizado por avatares digitales de los cuatro componentes de KISS. Al terminar, una prometedora sentencia quedó sobreimpresionada: «A NEW ERA BEGINS». Simultáneamente en la web de la banda se activaba una breve cuenta atrás que culminóa las 06:00am (hora española) y que resultó ser la apertura del acceso a contenido extra y making of del clip final que, quizá, contiene pistas sobre el futuro y devenir de la marca KISS.

(Sobre ese futuro ya elucubrábamos al final de nuestra crónica del concierto que KISS ofrecieron en Madrid en julio de 2018 y que puedes leer pinchando aquí: KISS, ¿el penúltimo beso?)

Hemos llegado al final de la carretera, y ha merecido la pena hacer parte del camino a su lado. Pero los KISS que conocemos aseguran que todo final es un nuevo principio. KISS es más que una banda: es una entelequia más grande que la vida y que ha de trascender los nombres que ha habido bajo el maquillaje. KISS es una marca (adherible a los más inverosímiles objetos y productos) y una inagotable máquina generadora de dividendos. Quizá la chistera guarde todavía algunas sorpresas. La feria, seguro, todavía no se ha levantado.

Quisimos lo mejor y tuvimos lo mejor. La cuestión es si entraremos al trapo y aceptaremos ser también cómplices de la propuesta que traiga «la nueva Era»….

De un modo u otro… ¡¡Larga vida a KISS!!

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