Elliott Murphy, 50 años al margen de la ley

Elliott Murphy, 50th Anniversary Tour. La Casa del Loco, Zaragoza, 20 de abril de 2024. 21:30h.

(Texto y fotos de Jesús Gella Yago)

En el turismo ornitológico del rock and roll una de las aves más fáciles de ver para el buen aficionado, por la extraordinaria generosidad con la que se ha prodigado por nuestro país desde que hace tres décadas se afincó en París, es sin duda Elliott Murphy. Por eso precisamente no deja de resultarnos algo sonrojante reconocer que, siendo también un habitual de nuestros escenarios locales, hayamos esperado para disfrutar por vez primera de su buen hacer a la gira con la que desde 2023 viene celebrando el 50º aniversario de Aquashow, su debut discográfico de 1973. Por una razón u otra, planes alternativos, deberes ineludibles o compromisos insoslayables, siempre se habían cruzado con las frecuentes visitas del trovador neoyorquino. Afortunadamente nunca es tarde si la actitud, el hechizo y la energía se mantienen intactas bajo los focos; y el Elliott Murphy que vimos en La Casa del Loco (el pasado sábado 20 de abril) vino sobrado de magnetismo y disposición a sus recién cumplidos setenta y cinco años. Tanto que, a pesar de habernos mantenido al corriente de sus andanzas discográficas, no pudimos sino lamentar habernos perdido durante tanto tiempo todo lo que esta leyenda (tan reverenciada como poco reconocida) puede, sabe y quiere ofrecer en sus actuaciones en vivo.

Después de una sugerente selección musical en la que no faltaron amigos del protagonista de la noche como Bruce Springsteen o Tom Petty, subieron a las 21:30 al escenario de La Casa del Loco el guitarrista (e inseparable hermano de armas) Olivier Durand y Elliott Murphy, recibidos por una ovación que dejó clara desde el principio la cómplice receptividad del público. A dúo acústico interpretaron el clásico Last of the rock stars que abría, precisamente, aquel primer LP Aquashow. El público acompañó el estribillo y aplaudió con entusiasmo el primer soplido de armónica de Murphy.

A continuación se sumaron a Olivier Durand y Elliott Murphy el baterista Alan Fatras y la violinista Melissa Cox. En este definitivo formato de cuarteto encadenaron Not enough time (del LP Coming home again de 2007) y Green river (del LP Strings of the storm de 2003). Las voces de Durand y Cox reforzaron la interpretación de Murphy, que se movió al filo del escenario para animar a un público que, a su vez, no podía resistirse a repetir los pegajosos estribillos. Exclamó un primer «¡gracias!» Elliott Murphy antes de abordar Metaphysical moments (del EP Wonder-full Bonus Tracks que en 2023 amplió su LP publicado en 2017), adornada con un solo de Olivier Durand y con un juguetón Elliott Murphy reclamando las palmas del público como acompañamiento. A continuación llegó Sunlight keeps falling (del LP Wonder de 2017), en la que brillaron las voces entrelazadas de Elliott y Melissa Cox en un luminoso crescendo.

Dedicada a un viejo amigo, Lou Reed, y a su propia madre, se lanzó Elliott Murphy a por Deco Dance (del LP Night lights de 1975), una de las cuatro piezas con más solera de un repertorio que prefirió transitar por este siglo. Las primeras estrofas fueron casi recitadas y nos condujeron hasta una vibrante explosión rítmica en la que Melissa Cox se lució con un solo de violín y que culminó con un travieso silbido de Elliott que, entre guiños y bromas, fuimos invitados a reproducir por un infatigable frontman que sabía perfectamente como jugar con nosotros. Cruzar la mirada con la de una leyenda e intuir toda la vida y sabiduría que hay tras ella es una experiencia que solo puede vivirse en la proximidad de una sala.

La energía siguió desatada con What the fuck is going? (del LP Ricochet de 2019), con Elliott pateando el suelo y saliendo al filo del escenario con Olivier Durand mientras el público repetía el título como un mantra hacia el final de la canción. Bromeó Elliott Murphy mencionando «la siesta» como una de las cosas que más le gustan de nuestro país, aunque finalmente aseguró decantarse por «un buen café» para presentar Fix me a coffee (del LP Soul Surfing de 2001), a la que siguieron Something Consequential y Lack of perspective (ambas del LP Wonder de 2017) y Alone in my chair (del LP Prodigal son de 2017).

Llegó entonces el momento de presentar a los músicos que acompañan a Elliott Murphy en esta celebración, con más dosis del buen humor y complicidad de los que hicieron gala durante todo el show. Olivier Durand a la guitarra, Alan Fatras a la semibatería y cajón y Melissa Cox al violín, jugaron y bromearon con sendas panderetas antes de lucirse con sus respectivos instrumentos mientras recibían la ovación del público y Elliott reclamaba aplausos y palmas para ellos. El ambiente de fiesta estaba por todo lo alto.

Una atmosférica introducción de armónica y violín dio paso a You never know what you are in for (del LP Night lights de 1975). Una interpretación de singular belleza en la que el acompañamiento de desvaneció hacia el final para dejar puro y desnudo el sonido de la armónica de Elliott Murphy, antes de enlazar una enérgica coda que volvió a levantar el ánimo.

Punteó Elliott Murphy sobre su guitarra mientras entonaba la elegíaca On Elvis Presley’s birthday, que culminó con un mantra susurrado (drivin’... drivin’... drivin’...) para encadenarse sin tregua con A touch of kindness (del LP Coming home again de 2007), que nos llevó hasta la curiosa primera tanda de bises. Primera, porque hubo varios conatos de abandonar el escenario, afortunadamente frustrados por el ánimo y deseo de público y banda de alargar la noche. Curiosa, porque solo los músicos salieron del escenario mientras Elliott se quedaba con nosotros bromeando sobre que ya no le merece la pena ir al backstage porque a su edad queda muy lejos y hay escaleras, y porque donde antes bebía Jack Daniel’s, tomaba ‘otras golosinas’ y jugaba con las ‘groupies‘ ahora solo hay botellas de oxígeno, vitaminas y Viagra.

Se reunió el cuarteto para interpretar Summertime (de la ópera Porgy & Bess de George y Ira Gershwin), en la que de nuevo brillaron el violín de Melissa Cox y la guitarra de Olivier Durand. Definiéndola como «the story of my life» presentó Elliott Murphy la divertida y festiva Rock’n Roll’n Rock’n Roll (del LP Elliott Murphy de 2011) en la que llegó a hacer algún molinete a lo Pete Townshend antes de pedir el encendido de luces de la sala para intercalar un fragmento de Last of the rock stars (con la que había abierto el show), enlazar con Shout! de los Isley Brothers y volver de nuevo a Last of the rock stars. Esta explosión de energía podía haber funcionado perfectamente como apoteósico final del concierto, pero Elliott fingió consultar un reloj en su muñeca y preguntó: «one more???». El rugido del público no dejó lugar a dudas y se arrancaron con una versión de la siempre emocionante Knockin’ on heaven’s door de Bob Dylan, que se encajó como un guante a la voz de Elliott Murphy.

Olivier Durand tomó una dulcie, peculiar instrumento de origen francés con aspecto de ukelele sin cuerpo pero, como demostró, de gran versatilidad sonora que se mueve entre el banjo, el bouzouki, el sitar o la mandolina. Lo hizo para acompañar Come on Louanne (del LP Soul surfing de 2001), donde cobró gran protagonismo la voz de Melissa Cox y con la que el ánimo de celebración volvió a encenderse. Un saludo con la guitarra en alto y otra salida en falso del escenario hizo pensar de nuevo que quizá el final del show había llegado con este celebrado hit, pero Elliott volvió a colgarse la guitarra. Bromeando con sus recién cumplidos setenta y cinco años, estrenó una nueva canción con el elocuente título de Old timer. Olivier Durand y Melissa Cox dejaron de lado sus instrumentos para acompañar solo con su voces la conmovedora interpretación de Elliott Murphy (aumentada por un efecto reverb) que dejó líneas como «I’m a stone-cold sober rock survivor now…» o, con una sonrisa final tan pícara como lúcida, «…I’m telling you I just don’t feel that old».

Una nueva salida de los músicos, Elliott haciéndose el remolón sin decidirse a ir detrás de ellos, otra consulta al reloj, incitadores oé oé oeeeé coreados por el público y regreso de los músicos al escenario para prolongar una noche que, al parecer, ni arriba ni abajo queríamos que terminara. Nada mejor que un homenaje a Bo Diddley y su ritmo selvático marca de la casa para continuar la fiesta antes de, esta vez sí, poner el broche con Drive all night del LP Just a story from America de 1977 (disco en el que también aparece la estupenda Rock ballad, tema que se echó de menos en el repertorio), Potenciada con los coros de Olivier Durand y Melissa Cox, evolucionó en un poderoso crescendo final durante el que Elliott Murphy disparó rasgueos hacia todas las direcciones del escenario para terminar de dejarnos rendidos.

Una recording de Hungry heart de Bruce Springsteen fue la encargada de confirmar que el show había concluido.

Un frontman con mucho que contar y cantar; actitud, virtuosismo y camaradería sobre el escenario; complicidad, disposición y respeto abajo; un abanico de emociones propiciados por voces, textos, miradas y melodías; finales alargados con codas que podrían durar eternamente; un repertorio cuyo orden y títulos saltaron por los aires a mitad de espectáculo como muestra del propio disfrute de los músicos; resistencia por ambas partes a que la noche termine… ¿qué más se puede pedir a un buen concierto de rock and roll? Todo nos lo dieron Elliott Murphy y los excelentes músicos que lo acompañan en esta prolongada celebración de sus cincuenta años al margen de la ley y del mainstream. Bajo sus focos encontramos refugio y satisficimos nuestra sed de legítima y loable autenticidad.

Sabida es la costumbre de Elliott Murphy de compartir momentos con el público al terminar sus conciertos, de acercarse al puesto de merchandising para firmar autógrafos y fotografiarse con quien lo desee, de charlar y departir sobre lo divino y lo humano.

Desafortunadamente al día siguiente partíamos de viaje y no pudimos entretenernos en La Casa del Loco para disfrutar de su cercanía. Ese viaje, en busca de recuperar emociones musicales y vitales, ha retrasado la elaboración y publicación de esta crónica. Pero de él daremos cuenta en las próximas semanas.

De las últimas rock stars se trata también. De eso se tratará siempre.

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