‘Felinas’ en Madrid. Nat Simons deja abierta la jaula de las fieras…

Nat Simons, presentación de ‘Felinas’. La Sala del WiZink, Madrid, 24 de febrero de 2024, 21:00h.

Nat Simons cambió de registro y piel en 2021. Quedaba atrás el sosegado sonido de sus anteriores trabajos (Home on high de 2013 y Lights de 2018), que buscaban sus referencias en la tradición norteamericana del country, el folk o el rock (llamémosle) con raíces. Quizá mientras buscaba su reflejo en lagos inabarcables o cuando caminaba bajo un cielo inmenso respirando la fragancia de algún bosque primario, la inquieta mirada de Nat se cruzó con la de pumas y jaguares. Y es que un gran felino parece haberse convertido en el tótem que vela por los sueños húmedos de glam rock que ya impregnaron de intención y nuevos horizontes su álbum Felina de 2020. Durante su gira por salas fuimos testigos en primera línea de la transformación de una fiera salvaje que ansiaba liberarse y a la que cualquier escenario se le quedaba pequeño. Nat Simons se convertía cada noche ante nuestros ojos, como en el clásico de Jacques Tourneur, en una pantera cuya desbordante y sensual energía hacían caer los barrotes de una jaula cada vez más débil.

Pero las panteras, como el corazón de Carson McCullers, son cazadores solitarios.

Por eso, con el plural Felinas, su nuevo álbum que brota del singular Felina como una exuberante rama nace del tronco primigenio, Nat Simons ha vuelto a evolucionar mutando en una leona que ha reunido a su alrededor una manada de felinas (y felinos) para hacer de nosotros su presa. Nat Simons dejó abierta la jaula de las fieras y las lideró el pasado 23 de febrero en un concierto arrasador sobre un escenario a la medida de su presencia y poderío escénico. Poder verla, por fin desatada y sin cortapisas bajo los focos de La Sala del WiZink Center de Madrid, fue su confirmación como indiscutible estrella del rock hambrienta de eternidad.

Prometía ser una noche para rugir y mostrar colmillos y garras afiladas, de reclamar el territorio que le pertenece; y nuestra disposición al emprender viaje desde Zaragoza era la de dejarnos arañar jirones de piel y alma.

Canco Rodríguez, excelente maestro de ceremonias con leopardo y gafas de sol entre predicador y jefe de pista, construyó una hiperbólica presentación acorde con la deseable desmesura de un buen espectáculo de rock. Un luminoso con el nombre de Nat Simons ocupó el fondo del escenario apropiándose del característico rayo de David Bowie en Aladdin Sane y Canco nos dejó a merced de…”¡la futura reina del rock and roll!”.

Nat se apoderó del escenario enfundada en un flared jumpsuit negro cuyo acharolado brillo, puro fetichismo bdsm y exuberancia glam, aglutinaba el fugitivo desafío de Joan Jett, la fulgurante picardía de Suzi Quatro y el desafiante descaro de Debbie Harry. Una melena leonada y los destellos de un cinturón que recordaba al que por cortesía de Cherie Currie se convirtió en amuleto durante la azarosa noche del Azkena de 2023, aquella en la que un inoportuno diluvio de verano las obligó a disputarse el público con el mismísimo Iggy Pop, completaban la vigorosa imagen de una artista dispuesta a reivindicar la poderosa femineidad del rock sin hacer prisioneros.

Empezó el show con Finale, una impecable elección para sentar las bases de lo que se nos venía encima. El videoclip de la canción narraba el clásico, tramposo y mefistofélico pacto en el que una aspirante a estrella de rock empeñaba el alma. Irresistible y adictiva energía para despegar el espectáculo desde el primer minuto, con Laura Solla enarbolando su Flying V, Anchel Solana invitando a acompañar con palmas el arrollador ritmo impuesto por la batería de Tweet Capmany y el bajo de Pablo Rodas, y Nat derrochando carisma con sus botas de tacón estratosférico apoyadas sobre los monitores. Se colgó a continuación la guitarra para volver la vista atrás con The way it is y You just can’t imagine, ambas del LP Lights de 2018. En Macabro plan, a golpe de pelvis y cadera en el puente instrumental, Nat dejó claro que no iba a escatimar ninguno de los trucos de seducción del rock and roll.

La primera felina invitada de la noche fue Eva Ryjlen, otra experta en reinventarse tras disolver su asociación con Javier Ryjlen García en Idealipsticks, con la que Nat Simons compartió Television. El oportuno rayo que Eva lucía en su camiseta iba como anillo al dedo para la heróica guitarra que Anchel hizo planear sobre la canción.

Las reconocibles primeras notas de piano de Helena García anunciaron que el siguiente tema iba a ser La noche es, la brillante adaptación en español del springsteeniano clásico de Patti Smith que Tahúres Zurdos incluyeron en su LP El tiempo de la luz de 2000 y que Nat ha grabado en Felinas con la mismísima Aurora Beltrán. Fue una pena que Aurora no pudiera renovar sus votos junto a Nat interpretándola a dúo en Madrid, pero Nat cumplió por ambas derrochando voz, postrándose de rodillas y tomando la mano de quienes se hallaban en primera fila.

Sí que acudió a la cita Rebeca Jiménez para compartir ese hermoso homenaje a Tom Petty que es Extraña religión. La complicidad entre ambas resultó evidente y se dejaron llevar hasta terminar bailando en el centro del escenario.

La espectacular Flying V de Laura Solla volvió a lucirse en Ley Animal, mientras la enérgica sensualidad de Nat Simons alternaba entre los graves y agudos demostrando la versatilidad y potencia de su voz. Como una referente del sonido americana presentó a continuación a Virginia Maestro con la que compartió, enlazadas por la cintura y con Carles de Can Ramón uniéndose a la banda al lado de Anchel con guitarra acústica, la siempre bienvenida People del álbum Lights.

Suso Díaz (de Suso Díaz & The Appaloosas) reforzaba esta noche la banda habitual de Nat Simons con su guitarra, pero la cambió por la armónica para Ain’t no blues (del álbum Home on high de 2013). Esta canción en directo es una locomotora que invita a no apartarse de las vías y dejarse arrollar, y Nat acabó aullando de rodillas y finalmente tirada en el suelo del escenario poseída por su energía.

Era momento de tomar un respiro y dejar espacio a la imprescindible Coffee and cigarettes day, también del LP Home on high. Un tema más sosegado en el que Nat se aproximó cómplice a Anchel y le invitó, aunque sin éxito, a cantar con ella.

El nuevo disco y el concepto de espectáculo de Nat Simons en la Sala del WiZink de Madrid demuestran que la imagen de mujer empoderada no precisa de gestos y palabras vulgares, ni de una sexualidad exacerbada, ni de una sororidad teatralizada que muchas veces deja ver los costurones de la impostura. Se reafirma, además, en la idea de que la reivindicación de la importancia de las mujeres en el rock tampoco tiene por qué ser excluyente, confrontadora o estanca. Así, y presentándolo como maestro, Nat Simons invitó a subir al escenario a un clásico de nuestro rock, autor de una canción que Nat Simons lleva varios años incluyendo (muchas veces como guinda acústica) en sus conciertos. Mano a mano con José Ignacio Lapido de los legendarios 091, inseparable de su mítica y baqueteada Gibson SG, nos regaló una potente versión eléctrica de ¿Qué fue del siglo XX?

Marina Iñesta, la mitad del dúo Repion, fue convocada al escenario con su guitarra para interpretar el hit con el que Blondie, de mano de Georgio Moroder, volvieron a dar la campanada sin permitir que el cambio de década y tendencias los cogiera desprevenidos. El solo de guitarra de Marina que adornó la planetaria Call me hizo que Anchel Solana y Nat Simons la reverenciaran de rodillas. Por su parte, hacia el final de la canción Nat jugó con el público que, entusiasmado, exclamaba “¡call me!” cuando era preciso al final de cada verso.

Para Déjalo ser, como en el disco Felinas, contaron con la participación de Vega. Mientras Nat se acompañaba de su guitarra acústica, Vega desató toda su expresividad bailando en el escenario y mostrando gran complicidad con Anchel Solana. La salvaje distorsión de las guitarras llevó la canción a lo más alto en uno de los muchos grandes momentos de la noche.

La contagiosa energía de Vega había allanado el camino para otro de los ‘felinos’ invitados. Desde luego, la mejor alternativa para sustituir a Cherie Currie en Queens of noise fue Igor Paskual. El Trueno de Gijón se abalanzó sobre el escenario con intención de prender fuego a la sala, una llama descontrolada envuelta en un blazer muy mod con la Union Jack a lo Pete Townshend de The Who. Y Nat, siguiendo el consejo de David Bowie en Cat People, trató de extinguirla vertiendo gasolina sobre ella.

Dudando entre un botellín de agua y un chupito de whisky, Nat se decantó por lo segundo antes de presentar al siguiente invitado. Era momento de revivir el momento que, cada noche durante la gira 40 años de Rock and Roll Actitud en 2018, compartía sobre el escenario con Loquillo interpretando a dúo Cruzando el paraíso. Esta canción se convirtió en aquella gira en emocionado y emocionante homenaje a Johnny Hallyday, cuyo rostro de león viejo de protectora y transparente mirada (de felinos va la cosa) terminaba manifestándose sobre la batería de Laurent Castagnet. Para recuperar aquel momento, subió el Loco acompañado del guitarrista y productor Josu García.

La banda dejó el escenario mientas instalaban en el centro un teclado adicional.

En el que sería el primer bis del concierto lo ocupó Íñigo Bregel (de Los Estanques) para acompañar con la evocadora delicadeza de sus teclas a Nat Simons y Nadia Álvarez en Pequeña guerrera estelar, cuyo intenso crescendo culminó con un estupendo solo de guitarra de Laura Solla.

Después de que Nat Simons manifestara su agradecimiento al equipo técnico y de producción y con Íñigo Bregel todavía en el escenario pero armado esta vez de guitarra eléctrica, fue convocada al escenario Anni B Sweet. Con ella contaron para dos temas, una versión de la célebre No me pidas nada de Luz Casal (coreada a placer por el público) y la arrolladora Big Bang, que puso el impecable broche final al concierto y en la que Nat y Anni compartieron incluso megáfono y transmitieron una imagen de mutua admiración y respeto. Como suele decirse, quédate con quien te mire como Nat Simons mira a Anni B Sweet, o como Anni B Sweet mira a Nat Simons.

Una recording de If it makes you happy de Sheryl Crow acompañó el saludo final desde el escenario de una banda y una frontwoman exultantes hacia un público enardecido que, sin duda, tenía ganas de más.

Hora de recoger a las fieras y volver a cazar en solitario; las agendas y la geografía probablemente hagan de esta noche una experiencia irrepetible. Es loable el esfuerzo y trabajo que sospechamos hay detrás de la coordinación de un concierto como este. Sin embargo, Nat Simons todavía tuvo el detalle de acercarse al puesto de merchandising y dedicar tiempo a atender a quienes pululábamos por allí, hacerse fotos y firmar discos y pósters.

Una artista de altura pero con los tacones del suelo, amable y atenta, pero a la que deseamos con todas nuestras fuerzas que el éxito le permita caminar a varios metros por encima del resto de los mortales.

Tiene talento, voz, repertorio, presencia, banda, energía y, como canta Bunbury, además de la actitud correcta también tiene “ese no se qué que no sé lo que es y es lo único que importa”. Se llame carisma, personalidad o cautivador magnetismo animal, lo hay de sobra en Nat Simons como para prodigarse por grandes escenarios. Tiene ahora, además, un mensaje: el rock es cosa de mujeres. Y quien tiene un mensaje, tiene una misión divina.

Esperamos que de una vez los barrotes que coartan sus movimientos se quiebren y esta felina con hambre de eternidad pueda seguir arañando pieles y corazones en espacios y ante públicos de su categoría. Nat Simons se lo merece.

No tienen más que comprobarlo por ustedes mismos.


En los siguientes enlaces puedes leer nuestras crónicas de otros conciertos de Nat Simons

Mayo de 2018, Zaragoza. «Lights Tour, botas hechas para caminar»

Junio de 2019, La Muela. «Concierto de mujeres rockeras en La Muela»

Febrero de 2019, Madrid. «Las luces se desvanecen»

Diciembre de 2022, Huesca. «El cascabel de Felina»

Abril de 2023, Logroño. «Nat Simons y los tacones de Felina»

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